Patente De Corso
(Arturo Pérez Reverte)
Se trata de una recopilación de artículos periodísticos escritos por Arturo Pérez Reverte durante los años noventa para ?El Semanal?, una revista dominical que se distribuye en más de veinte periódicos españoles. Su título alude a una suerte de derecho o licencia, Patente de Corso, que los reyes otorgaban a determinados súbditos para guerrear en alta mar. En su mayoría, se trataba de autorizar actos vandálicos, o de piratería, sin que los beneficiarios de tal prebenda debieran ajustarse a ley alguna, obrando por cuenta propia, o en todo caso en nombre de la corona, cuya figura hegemónica y omnipresente, en última instancia era la responsable de las tropelías cometidas. Sin embargo, a Pérez Reverte, mutatis mutandis, ningún rey o autoridad le ha otorgado semejante derecho; su patente de corso se la ha ganado a pulso, y por lo tanto él es el único responsable de lo que escribe y dice. Pérez Reverte es uno de aquellos periodistas de raza, de los de antes, de café amargo, cigarrillos negros, de folios y máquinas de escribir sobre el escritorio. Sus trabajos como corresponsal de guerra durante veinte años tal vez sea la parte más fuerte de esta recopilación de relatos. Sin embargo, estos artículos no resultan atractivos por su prosa o elaboración teórica, tampoco apuntan al morbo del lector; la forma en que Reverte habla de guerras es lamentablemente para él, y también para todos nosotros, muy normal, llana y despojada de pretensiones como la de quien refiere hechos cotidianos. No busca impactar ni asustar; no se trata de un golpe bajo cuando dice que vio en África doscientos muertos recién muertos, muy por el contrario testimonia boquiabierto del absurdo de toda guerra, de las barbaridades de las que somos capaces de hacer los hombres por un pedazo de tierra, en nombre de una raza, o por una cuota más de poder; causas y pretextos para justificar lo injustificable, nuestro lado más oscuro, nuestro egoísmo en estado puro que históricamente nos llevó siempre a matarnos unos a otros? Pero también, como la vida misma, en este libro encontramos cosas buenas y dignas; me refiero a reseñas costumbristas de una España, mediterránea, soleada, y alegre, no es la España Cañí ni la oficial, es aquella que vemos pasar sentados en alguna terraza madrileña, o en una feria perdida - cuando no es el rocío- en algún pueblito la Provincia de Cádiz. Cosas, acentos, lugares comunes que todavía cualquiera puede disfrutar. Supongo que estas reseñas felices provienen del Reverte navegante, de cuando Don Arturo echa a la mar el velero, se olvida del mundo y navega. En esta línea encontramos también una serie de artículos más sosegados, menos agresivos, más pacíficos; aquellos donde nos habla del mar y lo defiende a muerte, blasfemando contra la contaminación de sus aguas, contra la urbanización enloquecida de sus costas y contra la pesca indiscriminada de especies marinas. Entre tantos temas diferentes y artículos, hay algunos prescindibles, demasiado obvios que no me han gustado; pero entre tanta escritura creo que un mal día, o un día sin inspiración, lo tiene cualquiera. Lo que vale es seguir adelante sin oportunismos y sin traicionarse a si mismo, y en esto Reverte también destaca: cuando no hay tema no hay tema, y se nota. Sin embargo, para ser justos, diremos que en abrumadora mayoría los artículos son muy buenos, están escritos con voz propia y con una honestidad que no abunda en estos miserables tiempos que corren. Me han gustado sobre todo aquellas crónicas donde arremete contra los conductores suicidas, los incendiarios, los grafiteros aficionados, y los turistas modernos. Aquellos que invaden el mundo sin respetarlo, sin importarle un carajo de nada, en plan Homero Simpson, procurándose fotos y llenándose la panza de cerveza. También, me ha conmovido la sensibilidad de sus retratos, por ejemplo cuando describe una biblioteca ardiendo en Sarajevo, y cuando habla de personajes pequeños y los ennoblece con su pluma, les regala un espacio en el mundo. Vale la pena destacar también aquellos artículos donde revindica costumbres y oficios perdidos; formas de vida en retroceso que van siendo aplastadas por un criterio de progreso que más que beneficiar a la humanidad toda, obedece a las necesidades mercantiles de las multinacionales y beneficia exclusivamente a sus dueños y gerentes de marketing. En los artículos en los que Pérez Reverte aborda temas actuales y políticos, su mirada, más allá de que uno coincida o no con su ideología, es la del tipo común de la calle. Maneja con soltura mucha información, Reverte fue periodista durante muchos años y no es ningún caído del catre, pero se coloca en el lugar de cualquier vecino, expresa su incertidumbre y preocupación, vierte sus opiniones sin prejuicios ni reparos ante los poderes instituidos. Como un francotirador o un mosquetero solitario muchas veces da en el blanco, acierta una estocada, hiere con una bala de verdad a la hipocresía, a los engaños, a los discursos oportunistas y a los valores morales falsos de nuestra época. Arturo Pérez Reverte ha recibido por su labor periodística el Premio Príncipe de Asturias. Es un escritor muy reconocido en España y en Latinoamérica, ha escrito varias novelas, ?El Club Dumas, Territorio Comanche?, ?La tabla de Flandes?, y se ha hecho famoso gracias a la creación del Capitán Alatriste, un viejo mosquetero de armas tomar, romántico y justiciero, singular alter ego de este escritor.
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