Los Pasos Perdidos
(Alejo Carpentier)
La prosa de Carpentier no es apta para lecturas apresuradas. Requiere calma, concentración y la misma paciencia metódica del explorador que se va abriendo paso en la selva para avanzar a través de ella. Aquí construye una sabrosa y estimulante aventura ?al mismo tiempo viajera y puramente intelectual? a partir de la expedición vacacional de un musicólogo (como Carpentier) a la selva del Orinoco, en busca de los instrumentos musicales primitivos de las tribus indígeneas que le ha encargado una universidad estadounidense. El protagonista inicia su misión acompa ado de su amante Mouche y lo hace de forma poco entusiasta, hasta el punto de que su primera idea es comprar los instrumentos sin adentrarse en la selva, en poblados donde algunos indios negocian ese tipo de souvenirs con los turistas. Pero cada vez se ve más atraido por la selva y las gentes que viven en ella: la mestiza Rosario, de la que se enamora; un cura misionero; un griego aventurero; un extraño fundador de ciudades selváticas llamado el Adelantado. El recorrido selvático, con sus peculiares ruidos y ritmos visuales, se le presenta como una "sinfonía telúrica" que incluye la "danza de los árboles" y los cantos de los pájaros. Poco después y una vez que su amante Mouche enferma y abandona la travesía, el protagonista encuentra los instrumentos musicales indios que andaba buscando. Pero a pesar de que con ese hallazgo su misión está cumplida, el musicólogo decide continuar avanzando por la selva hasta la ciudad que ha fundado el Adelantado (una pequeña explanada con una plaza y una iglesia, similar a las primeras ciudades fundadas en América por los conquistadores españoles), habiendo iniciado ya una relación sexual primitiva con Rosario, la mestiza que se llama a si misma Tu mujer y que afirma que para ella no existe más objetivo en la vida que servirle y darle gusto, aunque (para su sorpresa) se niega a contraer matrimonio con él, pues de esa forma perdería la posibilidad de amenazar con alejarse de él, que considera su única defensa contra los abusos masculinos. El musicólogo deja pasar unas semanas, olvidado de su misión, de su amante Mouche y de la esposa que tiene en Estados Unidos, sumergiéndose cada vez más en la vida primitiva, entusiasmado al sentir que "este vivir en el presente, sin poseer nada, sin arrastrar el ayer, sin pensar en el ma ana, me resulta asombroso". En la ciudad primitiva, que llaman Santa Mónica de los Venados, encuentra la inspiración musical que siempre había deseado y empieza a componer una obra basada en La Odisea (único libro del que dispone), alborozado por los buenos resultados aunque dice saber "que debo desconfiar de lo que se crea sin algún dolor". En la ciudad primitiva, después de haber sentido retroceder hasta tiempos prehistóricos, comienza a ver los signos de una primitiva y dolorosa civilización: el Adelantado le dice que ha hecho erigir una iglesia y traer un fraile al ver que los indígenas tendían a construir los mismos mitos que la civilización occidental (incluyendo el Diluvio y el Arca de Noé) y le pone al corriente de los avances de la ley; el hijo del Adelantado mata delante de él a un leproso que acaba de violar a una niña india. Además, echa de menos algunas cosas de la civilización: papel, para acabar de componer su obra, y algún libro para sustentar mejor el libreto de la misma. Por estas razones, cuando asiste a la llegada de una avioneta que le busca a él (pues su esposa americana ha dado la voz de alarma y un periódico ha ofrecido una recompensa por encontrarle), su decisión de no volver a la civilización se quiebra. Entrega a Rosario el manuscrito de su obra inacabada como garantía de que regresará en cuanto que deje todas sus cosas arregladas (entre ellas, su divorcio y la entrega a la universidad de los instrumentos) y vuelve a Estados Unidos. Su regreso encuentra muchas dificultades, que le crean su esposa y su amante abandonada, aunque al final consigue nuevos fondos al aceptar componer para una película "un falso concierto romántico" y arregla su viaje de vuelta al Orinoco. Ahora está más que decidido a abandonar la civilización para siempre y conquistar su independencia: "No quiero volver a hacer mala música sabiendo que hago mala música", sentencia. Anhela además volver a ver a la mestiza Rosario y demostrarle que eran infundados sus temores de que nunca volvería. Pero el regreso empieza por encontrar muchas dificultades. La principal es que la estación de lluvias ha hecho que los ríos crezcan y oculten la señal marcada por el Adelantado en los árboles que avisa del correcto camino hacia Santa Mónica de los Venados. Esperando la primavera en una aldea cercana encuentra el griego aventurero amigo de los habitantes de Santa Mónica, que le pone al corriente de que Rosario se ha hecho la mujer del hijo del Adelantado, que la sensibilidad y la forma de actuar de las mujeres primitivas es muy diferente de las de la civilización y que él, si volviera, estaría completamente de sobra en Santa Mónica. El musicólogo tiene que aceptar dolorosamente que no va a tener una segunda oportunidad para volver a la vida salvaje.
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