Hipatia De Alejandría
(Maria Dzielska)
La polaca Maria Dzielska trata de moderar la mitificación librepensadora que a lo largo de la historia ha sufrido la figura de Hipatia de Alejandría, gracias a los ilustrados y anticlericales de todo tipo, acudiendo a las fuentes originales que nos transmiten su historia, fundamentalmente historiadores eclesiásticos primigenios, contemporános de ella. Además, realiza un interesante análisis de la correspondencia que se dirigen entre sí algunos de los alumnos de Hipatia. Quizá la principal aportación del libro es confirmar que Hipatia no era anticristiana, sino una filósofa platónica con las lógicas conexiones y simpatías que en esa época tenía con el cristianismo un pensador de estas características, y que contaba con cristianos entre sus alumnos. Practicaba la sofronise o autodominio: "abstinencia sexual (se mantiene virgen hasta el final de su vida), la modestia en el vestir (manto filosófico), la moderación en el modo de vida y una actitud circunspecta con sus alumnos y con los poderosos". Su círculo intelectual tiene ciertos rasgos de fraternidad y el deseo de alcanzar la experiencia religiosa como culmen filosófico. Dzielska recoge una anécdota según la cual uno de sus alumnos se habría enamorado de ella y habría obtenido únicamente los reproches de la pensadora. Hipatia le habría llegado a enseñar su paño higiénico y le habría dicho: "Esto es lo que amas en realidad, jovencito, y no la belleza por sí misma". Como intelectual pagana de la línea griega, Hipatia consideraba que la filosofía perdía su verdadera sustancia si se sacaba de círculos selectos. La verdad divina debe permanecer escondida y en manos únicamente de los nobles. Por razones parecidas, la escuela de Hipatia excluía curiosamente a las mujeres. Al parecer, Hipatia se debía de considerar a mí misma muy especial, masculinizada por su refinamiento intelectual. La autora ilustra esta idea con la siguiente frase de Empédocles: "En una ocasión fui ambas cosas: hembra y varón". Dzielska confirma que Hipatia tenía fama de ser muy bella, pero no que muriera en la flor de la juventud sino ya a una edad de unos sesenta años. Era hija de Teón, también matemático y astrónomo. Como su padre, Hipatia no fue una pensadora original, pero sí respetada en Alejandría y en muchos lugares de Oriente Medio como una de las profesoras y sabias de mayor categoria de su tiempo. Entre sus alumnos estaba el prefecto Orestes, una especie de gobernador civil, en pugna con la autoridad eclesiástica que representaba el obispo Cirilo, más tarde elevado a los altares, y culpable del asesinato de Hipatia según la tradición y según muchas fuentes históricas. Al parecer, Cirilo y la comunidad cristiana de Alejandría deseaba el apoyo de la autoridad civil en sus continuos choques con las sectas judaicas. Para Cirilo, el elemento corruptor principal que hacía que Orestes no fuera suficientemente entusiasta hacia el cristianismo era Hipatia. Con la intención de desprestigiarla, pone en marcha a los llamados parabolanos, una fuerza de voluntarios encargados de labores que hoy llamaríamos de asistencia social con los pobres y enfermos, pero que se convertía cuando era necesario en fuerza policial. Estos parabolanos habrían hecho, en primer lugar, correr rumores sobre la maldad, brujería e impiedad de Hipatia, y luego, incitados directamente o no por Cirilo, habrían lanzado a una turba cristiana contra ella. Aunque hay varias versiones sobre la muerte de la sabia, todas coinciden en que fue espontánea y muy violenta. La arrastraron hacia las cercanías de una iglesia, le rasgaron la ropa, la mataron a golpes (utilizando trozos de cerámica como armas desgarrantes) y despedazaron y quemaron su cadáver.
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