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Los Impostores
(Santiago Gamboa)

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La cubierta de ?Los impostores?, novela del escritor colombiano Santiago Gamboa, está ilustrada con un grabado chino. Detalle que encontramos justificado en las primeras páginas del libro cuando al protagonista, un periodista colombiano afincado en París - sin duda Alter Ego de Santiago Gamboa- le envían a realizar un reportaje a Pekín. Hasta allí nos traslada el autor, recordándonos antes de partir que otros escritores y viajeros occidentales, desde Marco Polo hasta Borges y Michaux, pasando por Alejandro Dolina, ya escribieron sobre la milenaria e inabarcable cultura China. En esta ocasión no se trata de un libro de viajes ni de costumbres, sino de una novela de intriga policial: Gamboa nos presenta una trama estilo ?nada es lo que parece?, de ahí el título del libro, donde unos personajes, de lo más excéntricos, casi todos sin quererlo, terminan involucrados en la búsqueda de un manuscrito: se trata de un texto central en la doctrina de una sociedad secreta, y clandestina desde que sus líderes, los Boxers, fueran aniquilados en China. En este plan, la historia de un peruano, escritor y catedrático en USA - como ya sabemos, de rasgos orientales para aumentar la impostura- se cruzará con la de un profesor alemán, también en busca de aquel extraño manuscrito. El manuscrito, creo haber entendido, se encuentra en un libro escrito por un tal Wang Mian. El libro se llama ?Lejanas transparencias del aire? y está en manos de un monje francés escondido en un galpón, quien debe entregárselo al periodista colombiano para que lo saque del país. Es ésta, a grandes rasgos, la trama de la novela. Podemos agregar que dicha trama se bifurca a su vez en otras anécdotas o historias secundarias, como por ejemplo la historia del peruano y su abuelo chino, la del periodista y su tórrido romance con una proctóloga cubana, y la del filólogo alemán y su amor a la literatura por encima de la vida real. Entre todas estas historias colaterales, Gamboa, con mala puntería, insiste en explicarnos, una y otra vez, los pormenores de la trama central como si temiese a cada paso su derrumbe. Abunda en servicios secretos, intrigas que no despiertan intrigas, equívocos que no se resuelven y ejecuta muchas voces al mismo tiempo; en fin, se cumple aquí, como en las novelas del cónsul argentino Ceferino Bertoldi, aquello de ?quien mucho abarca poco aprieta?. A mi entender hay demasiados elementos superfluos en la novela, tanto dato entorpece su lectura, y los intentos de Gamboa por aclararse, transmitir a sus lectores ?quién es quién?, aburren sobremanera. Por otra parte, la trama de la novela en cuestión no termina de convencer ni de cerrar. Para ser claros, diremos que Gamboa coloca demasiada pólvora y luego no sabe cómo hacerla explotar... Llegada la hora del desenlace, pese a la extensión de la novela (351 páginas) no consigue despertar en el lector -al menos en mí caso- sorpresa alguna, ni logra entregarnos un final convincente o por lo menos respetable. Gracias a dios la novela concluye ayuna de moralejas, pero lamentablemente también de metáforas y de sentido alguno; asistimos desilusionados a un epilogo, o recurso de cierre un tanto contradictorio: aunque el protagonista de la novela, el periodista colombiano, cuenta su historia en primera persona, este epilogo revela que es el monje francés quien, desde un principio, relata la historia después de muerto, desde el techo de un galpón o desde el cielo; no sé sí lo he comprendido bien? Con todo, diremos que Gamboa no es un mal escritor, tal vez ?Los Impostores? no sea lo mejor de su cosecha; tal vez esperaba demasiado, lo abrí pensando en novelas de Osvaldo Soriano, en ?Los monederos falsos?de André Gidé? Diremos también que se nota que Santiago Gamboa ha leído mucho, que tiene experiencia en las letras y que se ha documentado seriamente para ambientar la novela en la China y utilizar una historia de raigambre oriental como soporte de la trama. Esta idea, tratándose de un joven escritor, es sin duda alguna muy arriesgada y valorable.
Entre las páginas más felices de ?Los impostores?, precisamente tal vez por su falta de pretensiones, destacaremos la siguiente: ?Ahí va el que tanto extraña Pekín, el que tanto la conoce y quiere. Ahí va el que cada día, donde quiera que esté, se pregunta si habrá niebla en Beihai, o si llueve y no se ven los sauces. Son las cosas que él quisiera saber, las cosas que a él le importan. Ahí va el que tanto extraña todo aquello? ¿Habrá caído esa vieja casa de Fengtai? ¿Qué color tendrán hoy los muros que circundan el Tiantan? Ahí va ese hombre silencioso, arrastrando su mundo?.
Santiago Gamboa también escribió ?Páginas de vuelta? (1995), ?Perder es cuestión de método? (1977), y es autor del libro de viajes ?Octubre en Pekín? (2001).



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