Resumo de La Mujer De La Arena

Una micra en el universo

Prevenirse contra lo absurdo resulta imposible. Niki Jumpei salio de su hogar con el objetivo de encontrar un cincidel japonica Monschulsky. En otras palabras, un escarabajo de jardín. Las características particulares del coleóptero, llamaron poderosamente su atención. Tan abstraído estaba en la contemplación, que aquel voló indiferente ante la mirada del coleccionador de insectos. Niki decide hacer un viaje en busca de un ejemplar similar, para su colección.

Burócrata, hombre gris, con una existencia gris, quiere dejar ese traje a la medida que le ha confeccionado el destino. Tal vez escuchó en el viento aquellas palabras de Sabina ?soy del color de tu porvenir/ me dijo el hombre del traje gris/ No eres mi tipo le contesté?.? Y Jumpei salio por colores sin avisar a sus progenitores. Llegó a una aldea rodeada de arena. Casi al final del día, y como sucede con todos aquellos que aman con pasión lo que hacen, dejó que el tiempo se fuera como cuando la arena vuela. No alcanzó el último transporte de regreso y decide, a insistencia de un lugareño, quedarse en una casa de la aldea. Con una mujer solitaria. En una casa rodeada por una muralla de arena. Sin escalera, se complica la entrada y salida a esa casa. Así empezó el devenir kafkiano de Niki Jumpei.

Negar el absurdo es negarse así mismo. De alguna forma los deseos se cumplen. Muchos no sabemos qué hacer con ellos una vez realizados. Nikí quedó atrapado. Buscó por mucho tiempo la salida de ese destino húmedo y arenoso, del silencio de la mujer. Del cuerpo desnudo bañado con arena de la mujer. Quería huir de su propia existencia, de ese absurdo.

A veces no cometemos delitos y quedamos atrapados en un recoveco de nuestro deseo. Niki viajó para reconocerse en un escarabajo El ámbito kafkiano se encargaría de lo demás. Por eso los hombres sencillos se convierten en antihéroes. La paradoja de la fama. El abrazo de una irreconocible paz. Jumpei ha desaparecido. Y con él, nosotros. Jumpei quiere ser de otro color, rojo, verde, amarillo, azul, pero no gris. Kôbô Abe le da oportunidad de hacerlo y se pierde con la compañía de la arena, del sol, de una efímera escalera y de los otros hombres que lo ven desde arriba.

Autor: Mago de Arena.

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