Un Viejo Que Leía Novelas De Amor
(Luis Sepúlveda)
En un poblado de la selva amazónica llamado El Idilio, dentro de las fronteras de Ecuador, el casi septuagenario Antonio José Bolívar Proaño charla con su amigo Rubicundo Loachamín, dentista rudimentario de colonos y aventureros, en presencia de unos indios shuar ?los llamados jíbaros?, cuando el obeso y arrogante alcalde del lugar se acerca en canoa con el cadáver de un gringo y acusa a los nativos de haber causado la muerte. Inspeccionando el cuerpo, Bolívar demuestra que el verdadero culpable es una hembra de jaguar o tigrilla, enfurecida al descubrir que el hombre había matado a sus crías para quitarles la piel, que todavía lleva en la mochila. El viejo apunta que probablemente el animal sigue enloquecido de dolor y dispuesto a matar más seres humanos. Conocemos entonces en flash back que Bolívar procede de la sierra ecuatoriana y que llegó a la selva en su juventud, con su esposa, atraído por una campaña gubernamental dirigida a colonizar la selva. Después de unos años de trabajo, el terreno selvático se mostró prácticamente imposible de cultivar, su mujer murió de una infección y él acabó uniéndose a un grupo de indios shuar que le curaron de la mordedura de una peligrosísima serpiente. Bolívar se hace íntimo de uno de los indígenas, llamado Nushiño, y es tratado casi como de la tribu, pero unos aventureros matan a Nushiño y él, al enfrentarse a los culpables, les mata de un tiro de escopeta y no con la cerbatana, con lo que el cadáver no queda apto para las ceremonias de reducción de cabezas y el alma del indio muerto queda perdida. Amablemente rechazado por los indios a causa de este error, Bolívar tiene que regresar a El Idilio y vivir como un colono más, con el particular hábito ?inducido por una mujer con la que se acostó? de leer las novelas de amor que le traen de la ciudad, todas ellas repletas de sufrimientos sentimentales y provistas del inevitable final feliz, todas ellas situadas en ciudades que él nunca ha conocido, como París, o cuya estructura física ni siquiera puede imaginar, como Venecia, y que le hablan de unas costumbres que en la selva apenas se practican, como el beso. De nuevo en el presente, una canoa trae un nuevo cadáver víctima de la tigrilla enloquecida y poco después aparece sin montura la acémila de un colono de la zona. Además, el alcalde amenaza a Bolívar con echarle de los terrenos que ocupa su cabaña si no acepta salir a buscar el cadáver de otro gringo que él cree asesinado por los indios, aunque de nuevo el viejo le demostrará que han sido una bandada de monos excitados por sus cámaras fotográficas los que le mataron. Para tratar de acabar con la tigrilla, el alcalde organiza una expedición, en la que participa Bolívar, y en la que el alcalde vuelve a demostrar su torpeza en el medio selvático disparando a bulto sobre un oso mielero y provocando que una nube de murciélagos espantados les eche sus excrementos encima. Después de encontrar más cadáveres de víctimas de la tigrilla, el alcalde ofrece a Bolívar, por ser el más experimentado, una recompensa si acaba con la fiera. El viejo acepta, no por el dinero sino por estar convencido de que el animal quiere morir: "Un mandato desconocido le dictaba que matarla era un imprescindible acto de piedad, pero no de aquella piedad prodigada por quienes están en condiciones de perdonar y regalarla. La bestia buscaba la ocasión de morir frente a frente, en un duelo que ni el alcalde ni ninguno de los hombres podían comprender". Bolívar se acerca al animal y trata de atraerlo al terreno más propicio, pero de repente se da cuenta de que es la tigrilla la que ha conseguido que se le eche encima la noche sin hallar refugio. Trata de escapar a la carrera, pero el animal le ataca y le derriba, pero no le mata sino que le indica el camino donde su macho está agonizando, al parece por la herida que le produjo el mismo hombre que mató a sus crías. Bolívar comprende que quiere que acabe con su agonía y le mata de un disparo. A la mañana siguiente, Bolívar recibe el ataque de la hembra refugiado en el casco volcado de una barca. Su primer disparo da en una pata al animal y también, de pasada, hiere su propia pierna. Finalmente, a descubierto, mientras la fiera salta hacia él, la mata de un disparo en el pecho. En el último párrafo de la novela, Bolívar maldice "al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los buscadores de oro" y "a todos los que emputecían la virginidad de su amazonía". Amena aventura de intención ecologista, basada en una buena documentación del medio selvático, pero excesivamente clasicorra y superficial. El héroe es de un tipo muy decimonónico (recuerda a Sherlock Holmes, por sus deducciones que fustigan la simplicidad del agente público). Individualista y astuto, Bolívar siempre tiene razón y siempre vence, incluso a pesar de que inicie sus luchas con dudas y poco entusiasmo, como los héroes de las películas norteamericanas. Mejor leer a Quiroga.
Resumos Relacionados
- Las Tardes De Manuela
- Carta Da Jamaica
- O Velho Que Lia Romances De Amor
- Um Velho Que Lia Novelas De Amor
- Simón Bolívar - Libertador Da América
|
|