El Mercader De Venecia
(William Shakespeare)
El mercader de Venecia es una tragicomedia que transcurre en la ciudad del título, en el siglo XVI. Una historia de amor, de amistad, de confianza y traición, de piedad, odios y venganzas narrada con igual proporción de dramatismo y humor; puede decirse que Sir William no quería dejar insatisfecho a ningún miembro de su isabelino público. Y a nadie más satisfecho que a la misma Reina Isabel: la caracterización despiadada que el dramaturgo hizo de Shylock, prestamista judío y personaje central de la obra, llegó apenas dos años después de que la Reina ordenara ejecutar a su médico judío por sospechar que tramaba asesinarla. No importó que la acusación resultara completamente falsa; el sentimiento antisemita se reavivó en Inglaterra y la obra cobró popularidad. La trama principal de la obra gira en torno al extravagante contrato que firma Antonio al recibir un préstamo de Shylock a nombre de su entrañable amigo Bassanio, que necesita su ayuda para viajar en busca de su amada. Antonio, un mercader cristiano que se opone a la usura, tuvo varios problemas con Shylock en el pasado, que Shylock repasa antes de establecer los términos del contrato: si no se le devuelve el dinero en tres meses, exigirá una libra de la carne de Antonio más próxima a su corazón. Antonio le asegura a Bassanio que pronto recibirá las ganancias de sus muchas operaciones marítimas, y firma el contrato. Bassanio se hace a la mar rumbo a Belmont, hogar de la hermosa Lady Portia, que juega un papel central en la segunda trama principal. Al morir, su padre impidió que Portia eligiera un esposo por sí misma disponiendo que debería casarse con quien pasara la prueba diseñada por él. Los pretendientes debían adivinar cuál de tres cofres, uno de oro, otro de plata y otro de plomo, contenía el retrato de su hija. El honrado y joven Bassanio elige el cofre correcto y se casa con Portia. Mientras tanto, en Venecia, la hermosa hija de Shylock se fuga con un cristiano cercano a Antonio y sus amigos, llevándose consigo todo el dinero y las joyas de su padre. Al tiempo que Shylock comprende lo ocurrido y cae presa de la ira y el dolor, comienzan a llegar noticias del naufragio de uno de los barcos de Antonio en el extranjero. La posibilidad de hacer cumplir el contrato reanima al usurero; a esta altura, comienza a entreverse que lo que Shylock desea ya no es el dinero, sino su libra de carne. Todos estos hilos conducen a una de las escenas con mayor tensión dramática de la historia del teatro, en la que Antonio y Shylock se enfrentan delante de las figuras prominentes de Venecia, que declaran que la ley está del lado del prestamista. Los amigos de Antonio claman en vano por misericordia. Todo parece estar perdido y Antonio descubre su pecho para que Shylock haga su espantoso trabajo, cuando la hermosa Portia, vestida de joven abogado, rescata al público de un final trágico al señalar que en el contrato no hay mención alguna a la sangre. Portia afirma que si Shylock es capaz de extraer una libra de carne sin verter una gota de sangre, tiene derecho a hacerlo. Shylock está abatido. La ley que estaba tan ansioso por hacer valer se vuelve en su contra, y no tiene respuesta. Se restauran el orden y la calma, y la obra concluye con una pequeña travesura para que, una vez más, los asistentes regresen a casa felices y contentos. El mercader de Venecia es una obra sumamente entretenida que invita a la reflexión y ofrece una mirada profunda sobre la animadversión entre judíos y cristianos en el siglo XVI.
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