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Bula Matari
(J. Wasermann)

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Bula Matari
La Aventura de África.

Bula Matari, de acuerdo a un dialecto africano que se habla en el Congo, significa ?el que rompe las piedras?. Así, de esta manera, apodaron los nativos del Congo al periodista y explorador británico Henry Morton Stanley cuando, en busca de las fuentes del Nilo, dinamitó una montaña entera para abrirse paso en la jungla africana. Con este singular título, Bula Matari, Jakob Wassermann reconstruye la intensa vida de Henry Morton Stanley, sus aventuras y desventuras por el continente negro transcurridas durante la mitad del siglo XVIII. Si bien Stanley desde siempre tuvo un comportamiento digno de tener en cuenta, - a los catorce años emigró de polizonte en un barco a Nueva Orleáns, peleó en la guerra de Secesión, formó parte del comité del Congreso americano para negociar con los indios siux el abandono en paz de sus tierras- no se convierte en un personaje para el mundo hasta que en su camino se cruza el nombre de un tal David Livingstone, un misionero y explorador británico perdido durante años y dado por muerto en el corazón del África. Stanley ya colaboraba para el New York Herald, había sido enviado con el ejército inglés como corresponsal a Etiopía, cuando Jamés Gordón- Bennet, director de este periódico, le encarga ir en busca del misionero perdido. Stanley, provisto de una insaciable sed de aventura, acepta sin pensarlo, pero las cosas no iban a ser tan fáciles: ¿Además de buscar a Livingstone, qué más quiere que haga?, pregunta con ingenuidad Stanley a Gordón Bennet antes de partir. Y Bennet le responde: ?Puesto que usted gastará en la expedición dinero de mi bolsillo, aproveche para cubrir la ceremonia de bendición del Canal de Suez, y ya que anda por allí, remonte el río Nilo, infórmenos de todo lo que sea de interés para los turistas americanos e ingleses y después dirijase a Palestina; he oído decir que en Londres se acaba de fundar una sociedad arqueológica que pretende reconstruir las ruinas de la antigua Jerusalén, mande un informe también de esto. Luego, visite usted Constantinopla e informe sobre las dificultades existentes entre el sultán y el khedive. También, necesitaremos un informe detallado sobre los campos de batalla de Crímea. Una vez allí, puede usted dirigirse a través del Cáucaso al mar Caspio. Los rusos preparan una expedición contra China. Desde allí, ya puede usted ir pasando por Persia hacia la India, y escribirnos otro informe desde Pérsepolis. Bagdad le queda en el camino, de modo que también podría enviar otro informe sobre la construcción del ferrocarril sobre el río Eufrates? Cuando usted llegue a la India, puede empezar a pensar en Livingstone. Es posible que entre tanto se haya oído ya algo de él y que se encuentre ya de vuelta en Zanzíbar; de ser así, se ahorraría usted la molestia y nosotros recortaríamos gastos. Esto es todo, buenas noches y que dios lo acompañe?? Stanley, periodista de raza, acepta el desafío, cumple con los ciclópeos encargos, viaja, escribe, reportea, navega, camina, y después de tres largos años se mete en el África y encuentra a Livingstone en Udjidji. En el medio de una desangelada e impronunciable aldea, ?Udschidschi?, tiene lugar aquella celebre pregunta, convertida hoy en todo un símbolo de la Sociedad Geográfica de Londres: ?¿Mr. Livingstone, I presume? ?.
Después, de acuerdo al testimonio que de Stanley nos aporta Wassermann, ?África entra en Stanley?, y el periodista convertido en explorador no dejará de realizar expediciones, entrar, salir, y volver a la selva durante todo el resto de su vida. Estamos en 1871 y las aventuras de Stanley recién comienzan: viaja al país de los Ashanti en 1873 y al Año siguiente realiza su viaje más increíble, aventurado y espectacular, en el que a riesgo de su vida, después de 4.000 kilómetros navegando el Congo descubre su desembocadura en el Atlántico. Su vida, al promediar los 45 años, ya se confunde con su propia leyenda; su fama va en aumento, y aunque es incomprendido y denigrado en varias ocasiones por la sociedad victoriana, se convierte en el mentor de la colonización occidental de varios países africanos. Vale la pena resaltar, aunque la historia lamentablemente demuestre lo contrario, que Stanley propuso a los gobiernos europeos una colonización ?humanitaria? del Congo, que siempre estuvo en contra de la esclavitud de sus habitantes y que, si bien ofrecía riquezas y negocios provechosos para occidente, también abogó por un desarrollo económico y social para aquel país. Su última, y no por esto menos arriesgada y cinematográfica expedición al África la realizó en el año 1887 en busca de Emín Pachá, un oscuro general alemán, aislado en la provincia de Wadalay y amenazado por ejércitos Mahadistas, a quién rescató con vida y puso a salvo en la isla de Zanzíbar. En el año 1891 recobra la ciudadanía inglesa, es requerido por gobiernos de todo el mundo para asesorarse y dar conferencias sobre los misterios del continente africano; en el año 1895 forma parte de la Cámara de los Comunes y en 1899 recibe el título de caballero. A los sesenta y tres años, todavía con la cabeza clara pero con el cuerpo abatido por la marcha incesante, se recluye en una mansión de las afueras de Londres y rodeado de fama y misterio muere en 1904. Concluye Wassermann que Sir Henry Morton Stanley seguramente murió pidiendo más huella para seguir andando.



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