El Rey De Los Ladrones
(Sander Zequeira)
Prosper y Bo escapan de sus tíos malvados, los que sólo desean adoptar al menor de los hermanos y se van a Venecia, la ciudad de la que su fallecida madre les ha contado tantas historias hermosas. Allí se unen a Scipio, un joven que oculta su rostro tras una máscara veneciana que esconde en un cine abandonado. Scipio dirige una banda de niños huerfános: Wespe, Riccio y Mosca. Ellos lo nombran El Rey de los Ladrones. Prosper y Bo no aceptan que ellos se ganen la vida haciendo trampa y robando, pero les gusta que se cuidan unos a los otros de una forma conmovedora y por eso se hacen amigos. El Rey de los Ladrones se lleva el mejor botín al perpetrar robos en la noche en solitario y luego envía a los niños a comprarle a Barbarossa, un viejo comerciante de antigüedades. Entretanto la tía y el tío de Prosper y Bo los buscan en Venecia y contratan al detective privado Victor Getz, un hombre bondadoso y amante de la justicia. Cuando Barbarossa le comunica al Señor de los Ladrones que un tal Conte pagará mucho si se roban una pieza de madera, todos los niños quieren participar y la banda va a reunirse en la plaza más central de Venecia con el misterioso cliente. Es entonces que Bo es descubierto por el detective y comienza la persecución por calles y canales en la que los adultos siguen a los niños y los niños al piano. El escondrijo es descubierto, Bo es desprendido de su querido hermano, a Scipio le quitan la máscara inescrupulosamente y sus seguidores lo toman por traidor y lo expulsan; el detective invierte los papeles. Al final la pandilla es sorprendida al irrumpir en la casa de Ida, quien pronto se pone de parte de los niños huérfanos y junto a ellos trata de descubrir el secreto de la pieza. Scipio y Prosper buscan a Conte en la Isola Segreta, una isla prohibida en la laguna. Conte y su hermana necesitan el aspa de madera para reparar un legendario carrusel y son en sí la prueba irrefutable de su funcionamiento mágico. Cuando todos los implicados comprenden de que se trata, la persecución comienza de nuevo, pero esta vez será la persecución de los deseos propios. Los héroes con las más grandes añoranzas se lanzan a un viaje en la máquina del tiempo y así se le concede a los niños el deseo de crecer súbitamente y de ser mayor de edad y los adultos se convierten en niños indefensos. De tanto trabajo en carrusel se descompone y no hay retroceso, pero las nuevas circunstancias son tan favorables que los hermanos Prosper y Bo se reunen y todos los huerfános y solitarios encuentran un hogar, amor y protección.
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