La Tierra Permanece
(George R. Stewart)
Un clásico de la ciencia ficción apocalíptica, construido con rigor y amenidad, aunque sin brillo literario. El geólogo Ish es mordido por una serpiente mientras trabaja en el campo y pasa unos días enfermo y aislado. Cuando regresa a la ciudad comprueba que casi todo el mundo ha desaparecido víctima de una epidemia. Sólo ve alguna persona o pareja aislada con las que es incapaz de entenderse. Viaja por todo el país, desde el Oeste hasta Nueva York, y comprueba que los efectos son generales. Con la sola compañía de una perra, regresa a su ciudad californiana, dispuesto a sobrevivir en soledad de los despojos de la civilización acabada. Meses después encuentra a una mujer y decide formar una familia. A ellos se une otra pareja y un bígamo con sus dos esposas. En veinte años de supervivencia, acelerando en lo posible los matrimonios y nacimientos, consiguen construir una comunidad de varias docenas de personas que llaman la Tribu. Ish ve en su hijo Joey, que desde pequeñito muestra una gran inteligencia, el heredero de la llama intelectual que él no quiere dejar apagar, puesto que los otros hombres y todas las mujeres son completamente iletrados o descuidados y la generación postcatástrofe apenas tiene interés por lo anterior ni por la lectura de libros. Ish, como hombre más cultivado, se prové intuitivamente de un martillo que hace las veces de féretro. Prohibe entrar la gran biblioteca de la ciudad, con más de un millón de volúmenes, inicia una escuela y trata reiterada aunque infructuosamente que los demás comprendan que deben dejar de vivir de los despojos de la civilización muerta, puesto que las cerillas y las balas con las que se protegen de los animales se acabarán, al igual que los alimentos enlatados y el agua de los depósitos. El año 22 resulta crítico para la comunidad, con la llegada de un hombre de otra región que trata de violar a una deficiente mental de la Tribu y les obliga a plantearse la creación de una mínima organización estatal cuyo primer acto es condenar a muerte y ahorcar al intruso. Éste además les ha traído los gérmenes de una enfermedad que hace que mueran varios de la Tribu, entre ellos el "elegido" Joey. La pérdida del que consideraba su sucesor llena de pesimismo a Ish, que disuelve la escuela, se olvida de la biblioteca y la posibilidad de reflotar la civilización y enseña a su tribu a maneja el arco y las flechas, armas que tienen mucho más éxito que sus otras iniciativas. La tribu se reune con otra, después de muchas precauciones, para proseguir su alto ritmo de procreación. Al cabo de unos años, Ish, que sigue sustentando el martillo del mando, es el único superviviente de los que sobrevivieron a la epidemia catastrófica y es conocido como "el último americano". Un incendio provocado por el descuido de la tribu hace que la ciudad y una gran parte del territorio circundante se quemen y tengan que retirarse a vivir en cuevas. Ish, ya muy viejo, entrega el martillo de líder a uno de sus bisnietos, valiente y que se maneja bien con el arco y las flechas (utiliza las monedas que encuentra como puntas de flecha), y muere dejando a la humanidad en las cavernas y con costumbres parecidas a las de los indios nativos.
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