Sinuhé El Egipcio
(Mika Waltari)
En tiempos del faraón Akhenaton, un médico egipcio viaja por entre sirios, hititas, babilonios y cretenses y regresa luego a su país para asistir de cerca a la guerra de religiones entre partidarios de Amón y de Atón, la creación de la Ciudad del Horizonte de Atón, la muerte de Akhenaton y el ascenso al poder del general Horemheb. Excelente como obra de evasión por su cuidado exotismo, por la detallada y bien documentada descripción de la vida cotidiana de la época y por un mesurado y sabio uso del erotismo, la novela tiene en cambio escasos valores literarios. En primer lugar, no hay ningún esfuerzo por mostrarnos la mentalidad de la gente de aquella época y el retrato del protagonista se asemeja más al de una persona de la actualidad mágicamente trasladada al siglo XIV a. C., con su escepticismo religioso y su humanismo ético, que al de un verdadero egipcio integrado en alguna de las corrientes de pensamiento de su época. Además, la trama es excesivamente truculenta (Sinuhé, como los personajes de folletín y del tebeo, está en demasiados sitios en los momentos más oportunos, y además cuenta con un misterio en sus orígenes que al final se resuelve de la forma más estruendosa: es el verdadero heredero al trono del faraón). Muchas de las anécdotas proceden claramente de leyendas y obras antiguas (la huida del aventurero Sinhué de la literatura egipcia, la perdición a que le conduce la seductora Nefernefernefer, la jornada del falso rey, el laberinto del minotauro, la reina prostituta que construye un edificio acumulando una piedra por cada encuentro sexual) y están trasladadas de una forma mecánica, sin esforzarse en integrarlas al lenguaje del resto de la novela, de modo que parecen pastillas de caldo que no se han acabado de diluir en la cazuela.
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