El Palacio De La Luna
(Paul Auster)
Menos esquemático que en su trilogía de Nueva York y alejado de los esquemas policiacos, Paul Auster construye una consiste novela, de momentos muy brillantes aunque con lamentables altibajos y que cuenta con algunos personajes y situaciones tan enjundiosos y adorables como los de la mejor novela decimonónica. La acción se situa en Nueva York en los últimos sesenta y primeros setenta. Marco Stanley Fogg, nacido como el autor en 1947, es de padre desconocido y vive en un apartamento de Nueva York desde donde ve el hipnótico letrero de un restaurante chino llamado El Palacio de la luna. Su madre murió en un caprichoso accidente y ha vivido siempre bajo los cuidados de su tío Víctor, que muere y le deja en herencia su saxofón y una inmensa colección de libros. Deprimido, "por razones tanto personales como filosóficas" como explicará luego, Fogg decide "dejar de luchar", abandonarse al caos del mundo, y deja de ir a la Universidad y se encierra en su apartamento, leyendo uno tras otro los libros de su tío antes de venderlos a un librero de segunda mano para poder sobrevivir, hasta que se le acaban. Echado de su apartamento y sin dinero, Fogg deambula por Central Park y come lo que encuentra en las basuras. Cuando está al borde de la muerte, un compañero de universidad, impulsado por una chica china, Kitty Wu (un personaje muy poco aprovechado), a la que ha conocido casualmente, le salvan y le mantienen durante unos meses. Animado por el romance que inicia con Kitty, busca trabajo y encuentra un puesto de acompañante y secretario personal de un viejo inválido y excéntrico, ex pintor, llamado Effing. Éste le cuenta que siendo joven hizo un viaje a los desiertos de Utah para inspirarse en su paisaje, en compañía de un amigo y de un guía. El amigo se hirió gravemente en una caída y el guía les abandonó. Effing no pudo evitar que su amigo muriese y luego estuvo a punto de perder también la vida, aunque encontró una cueva con provisiones para muchos meses en la que descubrió el cadáver de su propietario. Allí paso varios meses pintando sobre las paredes y tuvo que enfrentarse a tres bandoleros, a los que fue liquidando uno a uno en plan película del oeste. Con sus monturas y los veinte mil dólares que traían con ellos, Effing salió del desierto y comenzó una nueva vida, en la que se enriqueció, olvidándose por completo de su esposa, que murió unos años después, y de su hijo Solomon, que nació mientras él estaba fuera, y que acabaría convertido en un historiador de cierta fama. Viendo su muerte cercana, Effing pide a Fogg que le haga llegar a su hijo la historia que le ha contado. Además, le pide ayuda para un extravangante proyecto: devolver a gentes anónimas los veinte mil dólares en los que basó su fortuna y que procedían de robos a gentes anónimas. Durante varios días, Effing y Fogg recorren diversos barrios de Nueva York y, con cuidado de no producir tumultos, van entregando billetes de cincuenta dólares a desconocidos que van seleccionado, hasta alcanzar la cifra deseada. Cuando el viejo muere, Fogg recibe siete mil dólares de legado que le sirven para vivir felizmente con su novia Kitty en Chinatown y acudir a cenar a menudo a El palacio de la luna. Después de enviar a Solomon, el relato de las pasadas andanzas de su padre, Fogg recibe la visita de aquél, un hombre inmensamente gordo que resultará no sólo que ha conocido a la madre de Fogg y ha sido su profesor, sino que se revelará que es su padre. Fogg y Solomon hacen muy buenas migas y éste último decide venirse a vivir a Nueva York. Mientras la relación entre Kitty y Fogg se viene abajo tras un embarazo que acaban abortando, Solomon convence a Fogg de que le acompañe en el proyecto que tiene de ir a Utah y tratar de encontrar la cueva en la que se refugiara Effing. Fogg acepta, y en el viaje pasan por el cementerio donde está enterrada su madre. Solomon comienza a llorar y confiesa que es su padre. En una violenta reacción, Fogg la emprende a golpes y empujones con el otro quue, trastabillado, tropieza y cae en una tumba abierta. Después de varios meses ingresado en un hospital, Solomon muere, tras contar a su hijo la historia de su relación con la madre. Fogg continua el viaje a Utah y descubre que la cueva en la que se refugiara Effing ha sido anegada por la construcción de un pantano. Después de que le roben su coche y toda la herencia que le ha dejado su padre, continua caminando el viaje hasta California, y en la playa, ante el Océano Pacífico y bajo la luz de la luna, dice sentir que su vida comienza en ese momento.
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