Esperando A Godot
(Samuel Beckett)
Vladimir y Estragón están esperando en el borde del camino. ¿Qué están esperando? A Godot. ¿Quién es Godot? No está claro. ¿Qué pasará cuando llegue? No lo saben. ¿Por qué siguen esperantdo? Es todo lo que saben. ¿Merece la pena esperar a Godot? Tienen dos opiniones diferentes. Por un lado, opinan que es importante esperarle; que si no le esperan, no sabrán qué hacer. Por otro lado, están cansados de esperar y frustrados por no saber el motivo de su espera. Cada uno de ellos desarrolla teorías sobre quién es Godot, qué pasará cuando llegue y por qué deben continuar esperando, pero ninguna explicación les satisface. Cuando un extraño aparece en escena - un hombre rico con su sufrido sirviente-, su presencia les da nuevas ideas a considerar, pero finalmente, terminan en el mismo punto en el que empezaron: confusos, inseguros, esperando no se sabe qué.
Esperando a Godot es la obra de teatro existencialista por excelencia. Beckett emplea el humor y la filosofía (y, a menudo, el humor filosófico, para forzarnos a afrontar nuestra inseguridad sobre el significado y el propósito de la vida, y la inseguridad que, para la mayoría, se deriva de la simple ignorancia. Con la construcción de una relación verosímil entre Vladimir y Estragón, Beckett muesta como relacionarnos con nuestros iguales en en medio de tanta inseguridad. Creamos teorías y otros las destruyen; otros crean teorías y nosotros las destruimos. Pero la mayoría de las veces, colaboramos con los otros, repitiéndnos los unos a los otros que tiene que existir un significado, incluso cuando no es aparente, que Godot llegará, incluso cuando no existen evidencias. Nos reímos de Vladimir y Estragón, pero se trata de una risa incómoda porque nos damos cuenta, al final, de que nos reímos de nosotros mismos.
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