El Viejo Y El Mar
(Hemingway Ernest)
El viejo y el mar es la narración de la lucha férrea del
hombre por arrancarle a la naturaleza el derecho de ser, por
encontrarse uno mismo frente a frente con sus propios
miedos, con sus terrores, y vencerlos en una terrible agonía
en la que se perece, o se dorrota a la muerte para siempre.
Es la obra más universal de Hemingway encarnada en Santiago,
un humilde pescador cubano tribulando en la constante lucha
por la supervivencia.
El viejo pescador conoce la mar. Sabe que puede ser su mejor
amiga, su alidad, pero también su más temible enemiga. Es la
fuerza dadora, generosa, y a un tiempo, una energía
incontenible con voluntad propia.
El pescador es un aislado miembro de la especie. Un hombre
corrioso, templado por las innumerables mareas que han
curtido su piel y su corazón. Se hace a la mar embarcado en
su fe, como el pétalo de una flor que flota en la
inmensidad. Sabe de sobra que al soltar las amarras del
minúsculo navío se entrega a los designios de una fuerza
superior que lo aleja irremediablemente de la seguridad de
su ínsula. De pronto se sabe lejos, se sabe solo, se sabe
desprotegido en medio de una soledad oceánica, cobijado por
un cielo en el que navega su destino incierto. La mar
generosa le prende de un hilo un enorme pez. Santiago se
aferra a él como lo hace a la vida, y sangra sus manos
sosteniendo el cordel, jalando, tirando de un monstruo
inmenso que se muestra ante él, todavía a la lejanía,
emergiendo de la superficie para advertir al pescador de su
tamaño. Santiago amarra la cuerda a sus manos con el nudo de
su voluntad. Ahora es la vida del monstruo y la del pescador
mediadas por un cordel. Sólo una de ellas puede salvarse.
Uno de los dos está destinado a la muerte. El viejo sale
triunfante y logra derrotar al enorme pez. Pero el océano no
le permite llevarse completa la presea. Un cardumen de
tiburones arremete contra el pez muerto. Cuando Santiago
arriba de regreso lo acompaña un esqueleto. El pescador baja
de su embarcación y abandona su inútil trofeo sólo para
continuar viviendo.
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