Brumose
(CASTROSIN;CARLOS)
Hay autores en los que parece que la alteridad es parte consubstancial de su estilo. Autores de los que uno sospecha que no importa que temas lleguen a tratar en sus escritos, el resultado final será siempre fantástico. Es una cuestión de mirada, de forma de ver el mundo, de predilección a la hora de escoger las palabras. Carlos Fernández Castrosín es uno de esos autores. Su obra, desde el primer libro Zooropa, ha demostrado una gran coherencia estilística y temática. Aprovechando sabiamente tradiciones fantásticas que se alejan de las clásicas coordenadas genéricas y eligiendo con cuidado las influencias (especialmente una muy bien asumida predilección por Cortazar), ha sabido crear una versión a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía que se instala como personal y que es de difícil definición. Pero esa coherencia estética se traduce en la complejidad de una obra a la que no es fácil acercarse y que exige del lector algo más que la lectura pasiva, aunque no por ello sea menos entretenida o fructífera. Quizás por esa razón, el talento de Carlos F. Castrosín no ha sido habitualmente reconocido y no haya cosechado los premios que merece. Una nueva colección, OPAR OTRAS SINGLADURAS, editada por Alfredo Lara y Rosa Maroto, nos presenta ahora Brumose, una obra que se quiere más cercana a la ciencia ficción, pero sin abandonar para nada las constantes del autor. Como punto de partida, nos presenta un grupo de exploradores que buscan recuperar un planeta extraterrestre, salvarlo de las destrucción. Pero pronto se suceden las imágenes onírica, los elementos fantásticos que rompen el cuidadoso realismo de la obra. Porque Carlos F. Castrosín nunca pierde la oportunidad de sostener su mundo imaginario sobre elementos cuidadosamente definidos y descritos. Desde las ruedas de los camiones hasta las condiciones climáticas, todo se dibuja con rapidez, en pocas palabras, y precisión. Sobre ese fondo de cuidadoso realismo, los detalles fantásticos destacan aun más, y el choque entre la materia y los sueños se hace más evidente. Dividida en cuatro partes, Oeste, Norte, Noreste y Este, cada una presenta a personajes atormentados, personas en lucha contra la misma libertad del mundo que pretenden salvar. En cada una de ellas, los temores más profundos quedan al descubierto y son empleados contra los mismos personajes. Los horrores y las penalidades de los protagonistas, que van desde preocupaciones amorosas hasta celos entre hermanos, obligados a luchar continuamente contra el frío imperante en el planeta, están continuamente al servicio de la fábula, aunque son fascinantes por sí mismos. Pero todo esto exige la cooperación del lector, su complicidad voluntariosa. Carlos F. Castrosín escribe con lo que no dice, con la separación entre palabras, con el espacio blanco entre líneas. Brumose es como esas ilusiones ópticas donde el mensaje se encuentra no en las masas de negro sino en los huecos, como esas esculturas donde los importante es el juego del espacio alrededor de la piedra. En Brumose Carlos Castrosín evoca tanto las novelas del Gran Norte a lo Jack London, como el terror de Weird Tales o los clásicos de la Era Dorada de la ciencia ficción. Puede que sea cierto, y abunda en terrores ancestrales y monstruos, pero si esa afirmación no es equivocada, creo que al menos es incompleta: creo que Carlos Castrosín se evoca principalmente a sí mismo. Mención aparte merece la cuidada edición del volumen. Alfredo Lara ha conseguido, usando sólo una elegante sencillez, uno de los libros mejor editados de la ciencia ficción española. Y el contenido es una de sus historias más hermosas.
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