Historias Introspectivas
(Jorge Reyes Heredia)
PASIÓN DE UNA GUITARRA
¿Tengo que declarar? Dijo el imbécil de Bruno ante dos oficiales que investigaban su caso. Los oficiales le exhortaron que dijera la pura verdad, sino todo se complicaría más. Por tal motivo, Bruno empezó a relatar lo acontecido, de la siguiente forma:
Yo conocía a Ángela hace más de cuatro meses, ella sabía que yo tocaba guitarra, no perfectamente, pero me defendía. Me pidió que le enseñara, porque ella estaba entusiasmada de saber tocar guitarra. Yo no soy de los chicos que se niegan a enseñar cosas que les fascinan. Acepté complacidamente.
Fuimos a su casa, llevé mi guitarra y empecé a tocar las canciones que sabía y cantaba perfectamente; ella suspiraba de vez en cuando y me decía, tocas de la putamadre.
No paraba de tocar hasta que ella me tocó la pierna, bueno yo soy un chico medio tímido pero cuando me provocan desfogar la libido interna, no respondo. Dejé mi guitarra y subimos a su habitación que estaba en el segundo piso. Ella sacó unas pastillas de su bolsillo, y me dijo que tomara una de ellas y que me lo tragara. Le hice caso porque estaba excitado y con el falo parado. Tomé una pastilla y me la tragué, sin preguntar que era y para que era. Pasando cinco minutos a lo mucho, me mareé un poco y no recuerdo que hice. La cuestión es que cuando me desperté, me di cuenta que Ángela estaba tirada en el suelo, totalmente desnuda, con el diapasón de la guitarra que atravesaba su vagina. Oficiales, ¿soy inocente o culpable?
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