El Tren
(Georges Simenon)
Nuevamente Simenon realiza un gran retrato del individuo anodino que defiende su mediocridad haciendo daño a su paso en esta novela breve, que nada tiene que ver con las intrigas policiacas que le hicieron famoso, situada en la Francia ocupada por los nazis. Cuando en 1940 el ejército alemán se aproxima a Las Ardenas, el reparador de radios Marcel Feron sube con su niña y su mujer embarazada a un tren de mercancías que trata de evacuar a cientos de personas hacia el interior de Francia.
En el viaje, cuando las autoridades dividen al tren, Marcel se queda solo y entabla una amistad que pronto desemboca en amorío con la joven Anna Kupfer, checa de ascendencia judía que no tiene a nadie ni ningún sitio donde ir. Aunque sospecha que la chica se ha acercado a él por simple deseo de protección, ya que no tiene ni documentación, él es el primer encantado con la relación, que tiene sus momentos más apasionados al aire libre o incluso en el interior de los vagones, donde muchas personas practican el acto sexual en la oscuridad y en medio del tumulto de viajeros, sin apenas disimularlo, y una prostituta hace su agosto.
Cuando Marcel tiene noticias de que su esposa está ingresada en una maternidad, donde ha dado a luz sin problemas, Anna le acompaña hasta la puerta del hospital y se despide con tranquilidad y para siempre. Con la ocupación establecida, Marcel y su familia regresan a su ciudad y siguen una vida que, según dice, no se diferencia en mucho de la que tenían antes. Una noche se encuentra en la calle con Anna, recién llegada a la ciudad, que le pide ayuda para ella y el hombre que ahora la acompaña, por estar siendo seguida por los nazis. Marcel responde que no puede hacer nada, que los alemanes ya han registrado su taller de radios un par de veces y teme ser considerado sospechoso, y Anna se aleja sin un reproche. Dos días después ve el nombre de la chica en la lista de fusilados.
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