Satanas
(Mario Mendoza)
Si se mira detenidamente, quizás se encontrara que las únicas características positiva por la que resalta Colombia en el mundo es por el café y por Gabriel García Márquez, o mejor aun, por cien años de soledad, si, ese libro que seguramente ha leído menos de un dieciseisavo de la población colombiana, pero que todos nos vanagloriamos cuando escuchamos de el, es fuente de orgullo en este país en guerra. Sin embargo, a la mirada de este escritor sinóptico virtual, ese orgullo, esa verraquera que sentimos cuando nombran a cien años de soledad es puro cuento, y le ha hecho un daño tremendo a la literatura en Colombia por la sencilla razón de que los europeos que leen best seller se quedaron encantados con la obra magna y no han querido leer a otros autores de nuestra prolífica literatura. Precisamente esa pacividad, ha llevado a la nueva generación de colombianos a la búsqueda de nuevos escritores, en el se puede uno encontrar con Mario Mendoza. Hace poco leí su libro Satanás del que su película es un éxito en taquillas. Vale la pena, diría yo, arriesgarse a leerlo, su escritura reflexiva y enigmática que, a su vez, deja campo para lo grotesco es bastante atractiva para el lector contemporáneo. Si se decide a leerlo, no creo que encuentre una tónica tropical o rural que hable de las bellezas de Colombia, todo lo contrario, Satanás es una narración que hace hincapié en lo más hondo y aborrecido de la sociedad Colombia. Ambientado en la fría bogota, nos muestra la locura de un país que ha estado en guerra casi desde el momento en que nació. La exploración de las actitudes individuales y sus repercusiones, sus causas en la soledad de una sociedad que ya no tiene escrúpulos. Bastante importante de resaltar la forma en que se escribe el libro, un sistema de enigmas que nunca acaban, el rastreo de la causa-efecto es un atractivo fundamental en la novela de Mendoza. Quizás es una novela bastante chocante por su historia bastante tortuosa, violenta y transgresora. Aunque esto puede llevar al lector a alertarse, a devanarse los sesos, es esta la mayor cualidad del libro, enfrentar al observador con la historia que lee es una incomodidad que se debe sobrepasar para entonar una literatura conciente. Claramente no puedo comparar a Mendoza con el Nóbel de García Márquez (del que por cierto, me agrada mucho su redacción), sin embargo es bueno ver buenas historias que nacen y que transforman las miradas y las realidades a las que se ve expuesta una sociedad en guerra. Mi recomendación: lea García Márquez y entenderá a la Colombia de principios de siglo, confundida y principiante, lea Mario Mendoza y entenderá por que el principiante, el niño se convirtió en un vicioso borracho y fumador.
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