Píldoras Azules
(Frederik Peteers)
¿Qué harías si conocieras a la chica de tus sueños y te dice en la primera cita que ella y su hijo son seropositivos? ¿Cómo reaccionas? Muy posiblemente tu reacción sea como la de Frederick. Hablamos de un cómic real, muy real. Desarrollo de situaciones personales, de vivencias, de experiencias adquiridas. Admirablemente emotiva dentro de su realidad. Una historia que te podría contar tu vecino de abajo. Frederick es un joven como cualquier otro. Conoce a Cati en casa de un amigo. En ese primer momento le llama la atención sus magníficos pechos. Se va encontrando con ella en otras ocasiones hasta que por fin llegan a ser algo más que amigos. Cati tiene un hijo y una enfermedad incurable. Frederick acepta la enfermedad, acepta a Cati y acepta al hijo de Cati. Existen dentro de una relación como ésta muchos matices, casi nunca trágicos. El sentimentalismo está reñido con la realidad. Emociona, sí, pero sin aspavientos contado en un ejercicio de sinceridad. Incluyendo sus más íntimos pensamientos y sentimientos. El valor y la audacia de desnudarse en tus situaciones más personales, hace de su lectura una suerte de voyeurismo. Destaca pues más que el dramatismo que una enfermedad como el sida puede tener en una familia como la de Cati y su hijo, incluso cuando aún no se ha desarrollado la enfermedad, está tratada con la naturalidad de quien convive todos los días con la sombra de la muerte. Con la incomodidad de los medicamentos y las dificultades de comunicación con el niño, con la posibilidad del propio contagio, con el miedo provocado por el desconocimiento, la superación del sentimiento de piedad, de culpa.Un cómic de acción interna. Personas que viven, que respiran, que caminan, que lloran y rien, que se equivocan y aciertan, como tú y como yo y como todos.
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