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María Antonieta Del Esplendor A La Tragedia
(Jean Chalon)

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Difícilmente otra figura en la antigua monarquía, ha sido tan dura e injustamente criticada como la encantadora María Antonieta Josefina Juana de Lorena de Austria, mejor conocida como ?María Antonieta?. Nacida en Viena el 2 de noviembre de 1755, después de once hermanos (siete mujeres y cuatro hombres). Esta hija de Francisco de Lorena y de María Teresa de Austria, crece rodeada de todas las comodidades y despilfarros propios de su tiempo y condición. Su mayor debilidad: gustar. Su mejor empeño: sobresalir. Astrólogos y videntes pronosticaron para ella grandeza y fatalidad, y ambas promesas fueron cumplidas en el orden de una ecuación.Educada con pulcritud por María Teresa, una madre perfeccionista y escrupulosa, para quien el deber fue siempre la primera y última tarea del día. María Antonieta se afana en la corrección con esmero y aún en la distancia, sigue conservando el sentimiento de temor y sumisión que la unió a la emperatriz durante toda su vida. Por otro lado, en esencia fue también la más dulce, traviesa y fantasiosa de las princesas.El proyecto más ambicioso de una madre, no puede ni debe ser otro que la felicidad de sus hijos, sin embargo, cuando se habla de monarquía esta ambición suele traspasar los límites hasta convertir a príncipes y princesas en simples estrategias de negociación. De ahí que para la emperatriz María Teresa, la felicidad de María Antonieta no tuviera otra justificación que la de ser reina de Francia. Prometida al delfín, el pequeño Luís Augusto, María Antonieta llega a la corte Francesa siendo aún una niña. Con la cabeza llena de melodías de Mozart, concluye y adapta su educación a la usanza de ese su nuevo país. Muy pronto aprende a vestir bajo los estándares de la más escandalosa elegancia, y sobre todo a disimular y ocultar sus verdaderas emociones para subsistir al incesante ataque del que siempre fue objeto. Amada por el rey Luís XV, y rechazada por sus tres hijas y su amante: Madame Du Barry, María Antonieta pasa demasiado tiempo en su Trianon, y vive en un mundo que ha creado para su propio embeleso, mientras se esmera en obtener los favores su futuro esposo, los cuales acabará por obtener convirtiéndose así en una reina colmada de amor y fidelidad durante su matrimonio. Dio a Luís Augusto hijos en quienes recargar la sucesión, deleite, apoyo y entrega, pero también suficientes motivos de angustia al ser la princesa menos aclamada y querida por súbdito alguno.La muerte de su madre, provoca en ella sentimientos de arrepentimiento y frustración. Su mayor deseo fue siempre el de agradar a cuantos la rodeaban y sin embargo, cuán difícil le fue puesto el camino. Hacer de su diversión una constante y al mismo tiempo obedecer ciegamente lo que la emperatriz le había inculcado en la infancia, fue algo que no pudo controlar en varias etapas de su vida. Ahora era madre también, y estaba conciente de la responsabilidad de guiar y encaminar a un hijo, pero su mayor anhelo, el de ser feliz a través de los pequeños placeres conquistados, le impidió actuar con destreza en las cosas más elementales que el sentido común ordena.El pueblo de Francia, acostumbrado a regodearse en los insultos hacia la favorita del rey (era esta una costumbre prácticamente oficial), comienza a atacar a María Antonieta: la extranjera, al no encontrar otra persona más adecuada para convertir en el blanco de sus reproches. Se le culpa de la decadencia y el hambre, de la guerra, e incluso de la sequía. El pueblo necesita una razón, una figura maléfica en quien depositar sus frustraciones, y quien mejor que esta encantadora, dulce e indefensa mujer. Asuntos como el del famoso collar de brillantes que ella supuestamente requirió al joyero Böhmer durante los peores tiempos de escasez, o frases como aquella que aseguran haber escuchado de sus labios, cuando al enterarse de que el pueblo no podía comprar ya pan, sugirió que en ese caso comieran pasteles, son sólo una muestra de la clase de injurias y propaganda deshonesta que recibió como compensación a su empeño de hacerse amar. Muchas fueron las vicisitudes que vivió la familia real. Muchas las humillaciones y la incertidumbre. Ambos reyes habían nacido para pisar el más alto peldaño y ninguno de los dos podía encontrar una justificación al rechazo de sus súbditos. Ya en el ocaso de su reinado, y con sus vidas en peligro, Luís, María Teresa, sus hijos y unos cuantos fieles seguidores, intentan huir de Francia luego de haberlo estado postergando por demasiado tiempo. Son obligados a vivir primero en el Louvre y luego en las Tullerías, en calidad de prisioneros, hasta donde el pueblo llega para pedir su cabeza y es aplacado por la guardia real en varias ocasiones. Primero el rey y luego la reina, son juzgados por el tribunal revolucionario quien los encuentra culpables de varios delitos y los condena al cadalso, dando fin con esta cruel resolución a toda una época de controversia, pobreza y esplendor artístico. Reinas como María Antonieta, dedicadas a la contemplación de sí mismas, pero al mismo tiempo obstinadas en ser objeto de atracción y deseo, han existido siempre, sin embargo, pocas han corrido con tan mala suerte, porque quizá de haber existido una favorita, una amante real que distrajera al pueblo de sus carencias en sus encarnizados ataques, la historia de esta mujer vienesa, habría sido muy diferente.



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