Imagenes
(Ingmar Bergman)
Título de la reseña: Cadáveres fuera del armario Por Pablo García Mejía De repente, en una noche cualquiera, llega a nosotros una luna temblorosa que se incrusta en la garganta: moviéndose como el azogue en los charcos del asfalto. De pronto, algo ha explotado en el interior de la mente o del alma como una granada llena de filamentos, de dientes de león que han modificado la estructura de la psique. Esto sin duda es la provocación que genera el cinematógrafo: 24 fotogramas por segundo y... el ojo humano ha sido maravillosamente engañado, en esta ocasión,por el mago de la Linterna Mágica: Ingmar Bergman, quien nos subyuga con su canto metálico de cisne congelado. Bergman, con más de 70 años y una gran cantidad de obras de teatro y cine, ahora retirado de la dirección cinematográfica, hace un recuento de sus vivencias cinematográficas mostrando en muchas de sus apreciaciones el material con que ha creado su magia: los sueños y la memoria y, más que hacer un recuento de sus filmes: tiene un reencuentro con sus imágenes queridas y fallidas que surgieron de sus sensaciones y temores. No obstante, las acaricia a todas sin remilgo ni remordimiento como se acaricia un gato que puede rasguñar a su propio amo sin motivo alguno. No se inmuta cuando dice que cortaría de tajo algunas escenas, inclusive, que dentro de su filmografía existen películas que sólo valen la pena la mitad de ellas; a veces sus propios guiones no le convencían del todo y le sorprendía gratamente que algunas partes sí estuvieran logradas. En cuanto a la improvisación decía:"No se puede improvisar sobre improvisación. Sólo me atrevo a improvisar si se puede volver al plan minuciosamente establecido. No me puedo fiar de la inspiración cuando estoy en el lugar del rodaje."Ahora, en la soledad de un cuarto obscuro analiza con nostalgia cada película filmada y observa minuciosamente en su Isla Farö. Allí su mente reacciona llamando a su alma perdida en el laberinto del celuloide e invoca a los poderes infernales de la pantalla y los echa a un viejo costal para que se desgarren sin miramientos. ¿De dónde saca sus imágenes o temas? A veces lo obligan a manifestar sus ideas una pintura o un grabado como el de Axel Fridell en donde un grupo de grotescos antropófagos miran con hambre y lascivia a una pequeña niña de ocho años que tienen a su merced delante de una mesa a escasos centímetros.Bergman revisa sus notas, lee parte de su Diario de cada filmación. No tiene empacho en reconocer y mostrar sus fracasos, en verter un poco de veneno sobre su persona y su obra. Sin embargo, sus imágenes jamás dejan de ser fertilizantes y emiten rayos de cuarzo sobre las placas sensibilizadas de las mentes poseídas por la fuerza de las imágenes.Es posible que para crear un genio se requiera de un mantillo acumulado por miles de años; quizás sólo se necesite de la liberación del espíritu, o tal vez de la liberación del subconsciente como sucede con Bergman en su último filme: Fanny y Alexander endonde el niño Alexander ha sido castigado y humillado, junto con Fanny su hermana, por su reciente padrastro, y son rescatados de su mazmorra mediante un truco de magia que Issak (el judío enamorado de su abuela) ha ejecutado. Después de salvarlos los lleva a su tienda de antigüedades en donde Aarón (sobrino de Issak) le muestra al niño una momia que tiene 5 mil años de existencia, posiblemente sea la representación de la religión: tan vieja, decrépita y putrefacta que apenas siente la presencia de una mente nueva como la de Alexander e inmediatamente se mueve con torpor y lascivia hacia él. En seguida, Aarón lo conduce con Ismael el peligroso ser que se encuentra bajo siete llaves, éste es la representación del subconsciente, y al conocerse con este ser andrógino juntos sueltan la fuerza liberadora que atacará al terrible padrastro que paga con su muerte: Fanny Alexander, una membrana sensible de los deseos.Imágenes es un libro lleno de experiencias y recuerdos endonde Bergman nos conduce por los laberintos de la creación y su ruta hacia el subconsciente es precisamente el conciente, en donde la inteligencia y los sentimientos se mezclan para proyectar emociones. Ingmar, nunca deja de reconocer y reconocerce en la materia prima que lleva a cabo la expresión de sus sueños, neurosis y fantasías, estos son los actores: Yo amo a los actores! Los amo como un fenómeno en el mundo de los sentidos, amo su valentía o su desdén por la muerte o como la quieran llamar. Amo sus excusas, pero también su negra e implacable sinceridad. Los amo cuando me intentan manipular y les envidio su credulidad y peripecia. Sí, amo a los actores, incondicionalmente, grandiosamente. Por eso no puedo ni nunca podré hacerles daño. Ingmar Bergman, Imágenes. Editorial Tusquets. Barcelona, España, 1992. 372 pp. Pablo García Mejía Ciudad de México
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