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El Existencialismo Es Un Humanismo De Jean Paul Sartre
(Longchamp)

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EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO El existencialismo fue moda durante muchos años en Europa. Muchos de sus postulados y tesis han sido de tal manera asumidos por el europeo, que constituyen ya la ?carne de su propia sustancia?. Cabe recordar también que lo que constituyen el motivo casi obsesivo de la meditación existencialista, la realización de la plenitud del individuo humano mediante la actualización de su libertad, es hoy también motivo de preocupación filosófica. Entonces, como ahora, la sociedad se encontraba desgarrada por las luchas entre intereses encontrados, donde el hombre se sentía amenazado en su individualidad, impotente ante fuerzas poderosas que empujan al individuo a su autodestrucción. El hecho de que los historiadores suelan presentar como representantes del existencialismo a una serie de autores que van desde Kierkegaard hasta Sartre y Merleau Ponty, pasando por Martín Heidegger, Karl Jaspers y Gabriel Marcel, nos podría llevar a pensar que todos ellos coinciden, en los contenidos de sus doctrinas, o, por lo menos, en las tesis más importantes de las mismas. Esto, sin embargo, no es exacto. Lo que primeramente salta a la vista es la actitud que los filósofos existencialistas adoptan ante su tarea de filósofos. Es comúnmente admitido por filósofos y científicos que, en la elaboración de la teoría, éstos como personas, deben quedar desterrados de la teoría. En la medida en que esto no se consiga, la teoría puede ser acusada de falsedad; o, de falta de objetividad. De ahí, se suele concluir, que las ciencias humanas no puedan tener carácter científico. De alguna manera, también en la filosofía se ha defendido, aunque no con tanto rigor, que el filósofo debe establecer cierta distancia entre él y el objeto que tiene entre manos. El existencialista, por el contrario, no ve tanto peligro para la validez de la teoría en el hecho de que la vivencia personal sea introducida formalmente en la reflexión filosófica. Ejemplo paradigmático de esta actitud es Kierkegaard. Su pensamiento está en función de sus propios problemas personales. Desde una u otra perspectiva, según los autores, el tema del hombre adquiere una importancia de primera magnitud en la filosofía existencialista. Heidegger es el autor que podría parecer más alejado de tal. Como es sabido, el siempre ha manifestado que la intención última que guía sus investigaciones es la búsqueda del ser, o, mejor, el sentido del ser. El problema fundamental de la filosofía es el problema ontológico. Los demás problemas son secundarios y derivados de éste. Pero, aún siendo verdad lo dicho, no es menos cierto que el ser-ahí, el ente que es el hombre, ocupa un lugar privilegiado en la pregunta por el ser. Algo similar tendríamos que decir de autores como Karl Jaspers y Gabriel Marcel. En Jaspers, el tema de la elección y realización de las posibilidades humanas, juntamente con la afirmación de la trascendencia, constituye el hilo conductor su obra. Para Marcel, la persona y su relación con las demás y con Dios es tema casi exclusivo de su pensamiento. Nos queda por señalar el modo característico como los existencialistas abordan el tema del hombre. La biología, la fisiología, la sociología, la psicología y otras muchas son ciencias que se ocupan del hombre, y lo característico del modo en que se ocupan de él es que lo consideran como objeto sometido a leyes, especialmente como objeto cuantificable. Justamente el contrario es el modo como la filosofía existencialista aborda tal tema. Ante todo, lo que el hombre no es, en ningún caso, para los existencialistas, es mero objeto. El hombre considerado como objeto de las ciencias humanas no es específicamente humano, es cosa entre las cosas. El hombre es específicamente hombre cuando se le considera como sujeto, como para-sí, como persona, para utilizar términos muy queridos a los existencialistas. Con lo anterior está conectado otro de los temas que podemos encontrar en todas las obras de los autores existencialistas: el tema de la libertad. El interés de los existencialistas por la libertad no tiene un interés académico; no es la definición de la libertad, como presupuesto del acto moral, lo que interesaba. Se trata de la libertad que posibilita la elección, la cual, a su vez, posibilita la realización del individuo. Por muchas objeciones que se puedan oponer a algunos de los autores considerados como existencialistas, no se puede negar que el existencialismo significó, en la Europa deprimida de la época, la reafirmación de la libertad del individuo frente a las tendencias totalitarias de la sociedad contemporánea. El existencialismo presentó batalla a estas tendencias sociales y se convirtió en paladín de las libertades individuales. Esa reivindicación de lo que podríamos llamar ?razón individual? es la causa polémica habida con los defensores de la razón formal. Para los positivistas lógicos, la existencia de la filosofía existencialista es una especie de ?escándalo de la razón?. Cuando mucho, le conceden el valor de una ?ideología?, o lo califican de palabrería sin sentido. Es cierto que, con lo dicho hasta ahora, no podemos establecer una definición, en el estricto sentido del término, de lo que sea el existencialismo. Quizá sería conveniente hacer alusión a una división que el mismo Sartre hace: se trata del existencialismo ateo y del teísta. Entre los últimos se suele incluir a Kierkegaard, Marcel, Jaspers; mientras que entre los primeros se suele incluir a Sartre y Heidegger.



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