La Historiadora
(Elizabeth Kostova)
La historiadora relata lo que, a su vez, le ha contado su padre sobre los extraordinarios sucesos -la aparición de un libro con el dibujo de un dragón y la desaparición de su mentor- que lo condujeron a él, Paul, y a la hija del profesor desaparecido, Helen, a la búsqueda de la tumba y los orígenes del Dracul Vlad Tepes, príncipe de Valaquia y conocido como El Empalador. En la novela, siguiendo la pauta de Bram Stoker, el Vlad real se entremezcla con las leyendas de vampirismo, convirtiendo al No Muerto príncipe valaco en una versión modernizada del Conde Drácula más estereotiopado (hasta los ropajes que describe Kostova no difieren del estereotipo). El personaje de la adolescente historiadora es más increíble que el propio Drácula, resultando hasta pedante, y el final es completamente predecible, aunque la novela no deja de ser entretenida y sus 700 páginas se leen con rapidez, lo que, además, ayuda a pasar por alto -al menos en parte- la pedantería pretenciosa y algunas situaciones absurdas o contradicciones, como la que refiere que Drácula pudo dar por perdida a su víctima cuando ésta saltó por un precipicio, suicidándose, cuando páginas antes nos han explicado que el suicidio podía convertir a un ser ya algo contaminado (mordido por un vampiro) en un No Muerto.
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