Cinco Horas Con Mario
(Miguel Delibes)
Con la excepción del primer y último capítulos, que describen la llegada de varios visitantes a la casa donde el catedrático de instituto Mario Díez acaba de morir, la novela refleja la disertación en monólogo interior de Menchu, la esposa del fallecido. Cada uno de estos capítulos arranca Con una de las citas que el difunto había subrayado en su ejemplar de la Biblia, que da pie a que la viuda piense sobre ella y queden en evidencia las diferencias ideológicas que han marcado la convivencia de ambos. Todo el monólogo está perfectamente desarrollado, sin grandes farragosidades y con un acertado uso de la repetición y el leitmotiv, que sirven para caricaturizar las veleidades consumistas, la frivolidad y el retrógrado pensamiento de Menchu.
El monológo tiene la habilidad de pintarnos al completo y en tono coloquial un nítido retrato de Mario, católico liberal, de mentalidad anticonsumista y grandes preocupaciones sociales, cuyo rechazo de los convencionalismo del régimen franquista y llamadas a la reconciliación nacional le han provocado diversos problemas en su carrera. Al mismo tiempo y en contraste, conocemos la mentalidad rancia, llena de prejuicios sociales, raciales, religiosos y políticos de Menchu, que exhibe un frívolo recuerdo de la guerra civil, una pasión consumista y clasista que la austeridad y modestia de su marido ha frustrado durante todo su matrimonio e incluso una tendencia a la infidelidad conyugal que sus prejuicios y su culto a las apariencias apenas logran disimular. El hábil tratamiento caricaturesco que Delibes da a este tipo de mentalidad (que era la que se podía considerar oficial en España, en los tiempos en que escribió esta novela) está reforzado por el retrato esperanzado, más próximo a la mentalidad de Mario, que el autor hace de los jóvenes hijos de la pareja.
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