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Seda
(Alessandro Baricco)

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Brevemente, en 65 capitulitos muy cortos y claramente separados y con un tono parecido al de las fábulas orientales (aunque sin excesos paródicos), Alessandro Baricco cuenta una historia bastante densa y con un estimable final.
En la Francia rural del siglo XIX, Hervé Joncour es disuadido de su vocación militar por el industrial Baldabiou, que se dedica a la producción de seda mediante gusanos. Su misión será viajar a Japón en nombre de todos los industriales del pueblo y traer gusanos para sustituir a los que han perecido a causa de las enfermedades. Joncour se despide de su esposa y realiza el largo viaje al Japón xenófobo de la época. Entra de incógnito al país y tras muchas precauciones conoce al jefecillo Hara Kei, que le cambia los gusanos que busca por una partida de oro. Junto a éste aparece una mujer con rasgos occidentales que parece ser su esposa y de cuyo silencioso aspecto Joncour queda prendado.
El francés regresa a su pueblo sin novedad y al año siguiente, vuelve a realizar un viaje idéntico. Joncour se fija en esta ocasión en una enorme pajarera que tiene Hara Kei en el centro de su aldea. En esta ocasión, la mujer de Hara Kei le da secretamente a Joncour y sin pronunciar una palabra un papel con unas frases escritas en japonés. De nuevo en su pueblo, Joncour, cada vez más enamorado de la mujer, acude a una japonesa que regenta un prostíbulo en una ciudad cercana para que le traduzca el escrito, que resulta decir: "Si no vuelves, moriré".
Al año siguiente, aunque corre la noticia de que en Japón se multiplican los combates internos y se plantea la posibilidad de cubrir las necesidades de gusanos con una compra a unos tratantes de no demasiadas garantías, Joncour insiste en regresar al pueblo de Hara Kei. En esta tercera visita al lugar encuentra que los pájaros son sacados de la pajarera y puestos en libertad, al parecer para conmemorar algo, y posteriormente vuelven a aparecer en la jaula. De noche, tiene una cita con la mujer de Hara Kei, que viene acompañada de una criada de rasgos japoneses. La mujer, sonriéndole y sin decirle una palabra, le incita a acostarse con la criada, como si tratase de tener una relación con él por delegación. Joncour pasa la noche con la criada y regresa otra vez a Francia, con sus gusanos.
Al año siguiente, las noticias de Japón indican que hay una serie de guerras civiles y todos los industriales apuestan por conseguir los gusanos de otra manera, teniendo en cuenta además que Louis Pasteur acaba de encontrar la manera de distinguir los sanos de los enfermos y eliminar éstos. Sin embargo, Joncour, con la complicidad de su amigo Baldabiou, les convence para que arriesguen una vez más su dinero y emprende así su cuarto viaje. Ahora encuentra la aldea de Hara Kei arrasada, pero por indicación de un criado de la mujer de éste consigue encontrar el lugar donde se han refugiado. Esta vez, Joncour no consigue gusanos ni consigue ver a la mujer. Lo que sí presencia es la ejecución del criado que le ha llevado allí, acusado de llevar mensajes de amor de la señora.
Joncour regresa a Francia tras un viaje penoso en el que se le mueren los gusanos que había conseguido en otro lugar. Arregla la situación de penuria creada en su pueblo contratando gente a sus expensas para construir un parque en el que levanta una pajarera similar a la que vio en Japón. Echa de menos a la mujer de Japón y le cuenta a Baldabiou toda la historia. Un día recibe una carta en japonés. Vuelve a la prostituta que le tradujo la anterior y ésta le lee una larga declaración de amor plena de referencias eróticas. Pasan los años. Baldabiou se va del pueblo. Helena, la esposa de Joncour cae enferma y muere. Un día, al visitar la tumba de su mujer, Joncour cree comprender algo. Va a la japonesa y ésta le confirma sus sospechas: que la carta la escribió ella al dictado de Helena, quien de esta manera le transmitía su cariño al tiempo que su envidia por los sentimientos que había hecho despertar en él la mujer de Japón.



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