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El Señor Presidente
(Miguel Angel Asturias)

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En los años treinta y cuarenta, influenciados por las vanguardias ?cuyo espíritu se tienden a recrear en un sentido indigenista?, los escritores latinoamericanos rompen con el realismo decimonónico (que tenía una vertiente social, también indigenista, de bastante éxito) y realizan obras como esta novela, en la que hoy en día pervive más el sentido de la narración sintética y colorista que las disgresiones léxicas y oníricas que entonces el surrealismo había puesto de moda. La prosa de Asturias es tan selecta y mesurada como la de Carpentier, aunque el guatemalteco prefiere la frase corta. El sensualismo y el materialismo histórico de Carpentier, en cambio, no tiene réplica en Asturias.
El dictador que retrata Asturias tiene mucho en común con el de Valle Inclán, no se sabe si por influencia o porque ambos retratan el mismo modelo real. Pero El se or presidente se beneficia de estar situada en un marco real (la Guatemala de Estrada Cabrera, dictador del país entre los a os 1898 y 1921, aunque no se mencione), en lugar de en el país-collage de Tirano Banderas. Como en el dictador de Valle Inclán, el desaliño, la grosería en los modales y la importancia de las pequeñas manías forman parte esencial del retrato de este tirano, al que se nos presenta dejando escapar de la boca "un chorro de caldo anaranjado" y jugando a atrapar moscas.
Lo mejor de la novela es la precisión con que Asturias retrata la represión y las desgracias de los implicados (con escenas tan espantosas y tan logradas como la del interrogatorio de Niña Fedina). Lo peor es el halo de omnipotencia con que dota al personaje del dictador, que siempre carece de una de las características más acusadas de estos personajes en la vida real: la inestabilidad de sus tiranías. En ese sentido, Tirano Banderas sí estaba retratado como algo fugaz, (característica lógica en aquello que es extremadamente terrible) puesto que la trama de Valle Inclán concluía con la caída del dictador, además de retratar sus inseguridades personales y sus desgracias familiares, que éste no presenta. El mundo del Señor Presidente es eterno e inevitable, no tiene oposición de consideración, ni siquiera la de otros que acaben igual que él. Es más listo que todos, lo sabe todo y se adelanta a todo.
El mayor peso de la acción recae en la mano derecha del dictador, el apuesto Miguel Cara de Ángel, quien se encarga de transmitir sus órdenes de confianza y sus misiones más delicadas. Una de éstas consiste en hacer que el general Canales trate de escapar de la detención de la que va a ser objeto por una falsa acusación de asesinato, a fin de que la policía le mate sin que pueda defender su inocencia.
Pero Cara de Ángel comete el error de encapricharse de la bonita hija del general, a la que rapta en el momento de su huida, entorpeciendo la acción de la policía, que no consigue matar a Canales. Incluso, al caer enferma de gravedad la muchacha, el favorito del dictador se casa con ella, demostrando una blandenguería de corazón que no agrada al Señor Presidente. La muchacha, además, estaba destinada a ser vendida a un burdel, operación que sin querer ha abortado, enemistándose con el jefe de la Policía, que ya había cobrado por ella a la dueña del lupanar. Cara de Ángel va cayendo en desgracia sin advertirlo, y después de que sus ayudantes han sido arrestados y ejecutados, es enviado a una supuesta misión al extranjero y en realidad detenido y conducido a una celda de castigo. Allí, mientras su mujer le espera con el hijo que acaban de tener, enferma, desespera al recibir la falsa noticia de que su mujer le engaña (otra estratagema de tortura del señor Presidente) y finalmente muere.
Poco antes ha muerto (tras otra jugada desmoralizadora del señor Presidente) el único atisbo de oposición que pudiera tener su régimen, es decir, el general Canales. El general mata incluso en un arrebato con su propio revolver al médico que está expoliando a unas huérfanas. Pero el personaje nunca llega a alcanzar seriamente el nivel de antagonista del dictador y toda la esperanza que representa sucumbe en la omnipotencia con que dota al señor Presidente.



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