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Mal De Amores
(Mastretta Angeles)

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Emilia Sauri es una mujer de fin del siglo XX que crece en el cambio cronológico del siglo anterior que personifica lo que muchas mujeres quisieran ser. Emilia Sauri es el personaje central de la novela Mal de Amores publicada en 1996 por Angeles Mastretta. Y Angeles Mastretta (1949) es una mujer mexicana que en estos últimos años se ha colocado en los primeros lugares de venta de sus libros no sólo en su país, sino en América, en español, y en las lenguas a las que se ha traducido sus novelas.

Habitante del corazón de Ciudad de México no refleja en su temperamento público las pasiones y tormentos por los que pasan sus personajes femeninos. Ha asumido el Amor como el tema central de sus novelas. El amor y el desamor y con ellos la pasión y la tragedia. Su vida intensa se refleja en los personajes de sus novelas, aunque no sean biográficas en la anécdota. Partidaria de la diferencia, una característica que se impone entre los rasgos de la cultura de sociedades de fin de siglo XX, cuestiona los dogmas y es apasionada por la vida. Y así es Emilia Sauri: amante contra las convenciones, liberal en un momento en que una mujer no podía serlo, vital y que por serlo conoce la felicidad y la desgracia.





Mastretta sitúa su novela Mal de amores en el México convulsionado de principios del siglo XX. Tiempos de revolución y de guerra, de incertidumbre y construcción de nuevos paradigmas sociales. Pero la revolución y la política son apenas el escenario de fondo de los sentimientos femeninos, finalmente su preocupación mayor. Por esto se ha dicho que Angeles Mastretta es feminista o por lo menos que escribe para mujeres. Ella lo desmiente enfáticamente. Escribe como mujer, lo cual es distinto, pero no reivindica su condición de mujer para lograr ser leída. Pero escribe para mujeres y hombres y de mujeres y hombres. No tiene la fácil pose del feminismo desarticulado y fanático. Y no cree que haya un boom de literatura femenina, aunque sea leída con fruición por las mujeres y aumente sus ventas por su condición de mujer: es "como si Gabriel García Márquez saliera a convencer a los hombres de que lo lean, porque él es hombre" dijo en su paso por Colombia (septiembre de 1998) al editor cultural de un periódico de Santafé de Bogotá. Y al escribir desde los fantasmas que rondan el espíritu femenino nos sirve a los hombres para aprender a mirar el mundo desde esa perspectiva.

En mal de amores hay mujeres típicas y atípicas. Pero las interesantes son las atípicas y el prototipo de ellas es Emilia Sauri. Enfrentada a su mundo, su sociedad y su cultura trata de ser ella misma en las ideas y en el amor. Frente a la influencia de las dos religiones, la de los aztecas y la de los cristianos, ve en ambas la presencia de la arbitrariedad. Y de su inutilidad: cuando le urge pedirle algo a dos dioses al mismo tiempo encuentra que ni Quetzalcóatl ni la Virgen de los Remedios ayudan gran cosa. "La única que concede cosas es la vida" le dice su padre. A veces más de las que se le pide. A su madre le ha bastado con lo que le concede la vida ("porque naciste con luna llena"). Para Emilia ("tú naciste con luz eléctrica") no le basta y cada vez le pide más y más a la vida.





A la vida le pide, y la vida le da, por ejemplo, amar a dos hombres al mismo tiempo. Y a ambos con intensidad, aunque diferente. A Daniel Cueca con el amor de la infancia que se prolonga en los pocos momentos en que los vericuetos de la guerra el dejan compartirlo, amor de pasión e incertidumbre. A Antonio Zabalza con el amor tranquilo de la madurez y la serenidad de la familia y los hijos, que sin embargo, no arranca del alma el otro amor ("hombre extraño entre los hombres, querible como ningún otro, porque como ningún otro fue capaz de comprender la riqueza de alguien que sin remedio y sin pausa tiene fuerzas para dos amores al mismo tiempo"). Porque Emilia son muchas emilias ("¿Cuántas Emilias iban por la vida viviéndolas como si les urgiera devorarla? Daniel estaba segurodee que nunca las conocería todas. Algunas, incluso, prefería no imaginarlas"). Zabalza es dueño de una de ellas, la serena y tranquila esposa y madre. Diego es dueño de otra, la desaforada y pasional. Pero Emilia misma es dueña del resto. Y no las cede a ninguno porque son finalmente su identidad y razón de ser que le permiten apropiarse con intensidad de la vida.

Mujer que debe construir su mundo femenino en un ambiente masculino. Cuando presentan la niña en el salón familiar, "todo en esa sala olía al mundo de los hombres. Las pocas mujeres que discurrían entre ellos, era porque se habían hecho el ánimo de parecérseles en el modo de razonar y equivocarse. No porque ése les resultara el mejor de los modos, sino porque tenían claro que el mundo de los hombres sólo se puede penetrar portándose como ellos". Y en ese mundo, a Emilia Sauri le corresponde construirse como mujer.

Mal de amores es una novela que deben leer los hombres.



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