Raíces Profundas.
(Susana Parducci)
Pablo es un hombre normal. Un individuo joven de 30 años, que ha decidido marcharse de su país de origen. Sus ojos viajados transmiten la tristeza y la añoranza por sus raíces. Muchas veces recuerda, desde un territorio tan lejano al suyo, cómo fue que llegó allí. La necesidad de buscar nuevos horizontes; un futuro incierto; la pertenencia a un lugar, que por muy amado, no le ofrecía un porvenir asegurado. Pablo se levanta todas las mañanas y mira hacia el cielo. Como un ritual? una forma de creer que ese mismo cielo lo está mirando desde su amado país. ¡Cuántas personas cómo él sienten lo mismo! Desarraigo forzado de una vida que no buscó más que luchar por su patria, y terminó abandonándola. Intento quimérico el suyo, pero existente. Recuerdos de su patria; de su gente; de su lengua; de raíces profundas que lo arrastran con el pensamiento allí donde fue feliz, donde tiene todo lo suyo, dónde no es el extranjero. El lugar donde conoce calles, casas, gente, lugares y todo le resulta conocido y apreciado. Necesitaba creer que era posible el retorno. Necesitaba creer que nuevamente sus pies pisarían suelo amado? gente querida y evocada. Pablo no pierde las esperanzas de una mayor igualdad de posibilidades. De un retorno que le devuelva el brillo a su mirada. De un abrazo con el alma a una bandera no simbolizada, sino los verdaderos colores de su tierra. El ama y amará su lugar de origen y dónde esté estará por siempre en su corazón. Volverá algún día y les contará a sus hijos y nietos, que un día tuvo que marchar, pero que nada ni nadie; nunca, ni aún a miles de kilómetros de distancia pudo cortarle sus raíces? profundas? sentidas, que lo hicieron seguir viviendo.
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