Vañka
(Antón Chéjov)
El niño no ha dormido esa noche de Navidad. Ha estado trabajando duramente en el taller del zapatero, y aprovechando la ausencia del personal, se dispone temeroso a escribir una carta. El lugar es miserable y triste. Ha sido enviado a la ciudad desde la aldea, y apartado de su abuelo, poco después de la muerte de la mamacita. Ella trabajaba al servicio de una familia rica, donde Vañka aprendió a leer y escribir, pero al morir ésta, fue enviadoa la cocina, a trabajar cerca de su abuelo, y finalmente mandado a la ciudad. Las condiciones de vida para el niño, aprendiz de 9 años, son crueles, pero una luz de esperanza lo impulsa a escribir esa carta. Mientras tanto el abuelo, que trabaja como empleado en la casa de los señores Jivariov, continúa con su vida en la aldea, ajeno a la experiencia angustiosa del pobre Vañka. Querido abuelito: Te saludo en esta Navidad, y te bendigo, pues eres lo único que tengo en esta vida, y te ruego que mandes a buscarme. Sufro mucho aquí en Moscú, y quisiera volver a vivir contigo en la casa. Aquí soy reprendido muy duramente por los amos, que me golpean hasta dejarme casi sin respiración, y además soy maltratado y avergonzado por los oficiales que trabajan. Tengo muy poco para comer y duermo en el zaguán, cuando no tengo que mecer la cuna del niño que se despierta en la noche. Te ruego que me lleves porque me voy a morir. Yo te prometo que rezaré por tí y te cuidaré siempre, y si me porto mal me dejaré azotar. Además puedo hacer cualquier trabajo que me pidan, para los señores. Vañka mira angustiado por la ventana recordando los tiempos felices de su vida, cuando acompañaba a su abuelo al bosque para cortar el abeto de navidad, y comparando su estado actual, continúa: Abuelito querido, por favor, ¡Ven a buscarme!. No hago más que llorar, y tengo muchísima hambre, ¡estoy tan triste! Vivo peor que un perro, ¡no aguanto más! Te saludo y te espero Iván Jukov El pobre niño guarda la carta en un sobre donde coloca el destinatario: "Para el abuelito que está en la aldea", y luego agrega: "Para Konstantin Makarich". Sale corriendo contento a la calle y coloca en un buzón su preciado mensaje. Luego vuelve , se acuesta, y se duerme profundamente. Sueña con su abuelo, que está junto al fuego leyendo la carta.
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