Paco Yunque
(VALLEJO;CESAR)
Aunque se trata de una pieza de hondura social y de claras intenciones de protesta, el enfoque que le da Vallejo es sumamente sui generis, pues el tono del cuento es netamente infantil y, más que eso, responde a la cosmovisión de un niño, Paco Yunque (esto mismo se presentará -por herencia o coincidencia- en la obra postrera de José María Arguedas, quien escribe desde el universo indígena). Por eso, acaso Paco Yunque sea el primer -¿y único?- cuento infantil de protesta social en Latinoamérica (¿la enfermedad infantil del izquierdismo?); es claro que no sólo se habla de la cotidianeidad angustiosa y oprimida de un niño de provincia en la ciudad, sino que la narración parece estar hecha por ese mismo niño -o por un igual: acaso un otro yo-, de tal suerte que en el universo infantil puede hallar perfecta comprensión (y acaso más de la que lograría en el mundo de los iguales del adulto Vallejo). Y a tal punto llega a concretarse una atmósfera sentimental y humana de este relato que un editor español lo rechaza porque le parece demasiado triste. Y, en efecto, el cuento lo es: se ocupa de la peripecia de un niño dulce en un mundo triste (una situación trilce, sin lugar a dudas). Acotemos algo más sobre la factura didáctica y sencilla de Paco Yunque: el empleo de conjunciones causales, sobre todo de porque, lo cual no solo facilita la comprensión del texto, sino que se adecúa muy bien a la actitud cognoscitiva de los niños, siempre indagando el porqué de lo que observan. También la adaptación a la óptica infantil puede percibirse en la desazón y la confusión de Yunque en su primer día de escuela. Otro recurso puesto de relieve por los críticos que han analizado Paco Yunque consiste en la repetición de ciertos actos (dos alumnos llegan con tardanza; Humberto Grieve pega a los dos Pacos, Yunque y Fariña, y miente en dos oportunidades; Fariña insiste varias veces para que Yunque acuse a Grieve y para que no se deje maltratar; etc.), y no es un defecto que alargue innecesariamente el relato como opina Eduardo Neale-Silva, sino una invitación a que el receptor-lector-niño contraste las diferencias entre un acto y otro (observemos por ejemplo como mientras el niño pobre, no obstante haberse demorado por razones justificadas, se ve castigado, mientras el rico, sin excusa alguna que no se a su punible pereza, no recibe castigo; notemos como Paco Fariña actúa dignamente ante el golpe que le propina Humberto Grieve, sin la sumisión resignada de Paco Yunque; etc.). Estupenda iniciación en un razonamiento dialéctico que perciba las diferencias entre las clases sociales (y la lucha de clases simbolizada en dos direcciones de oposición: Humberto Grieve sometiendo a Paco Yunque; Humberto Grieve en pugna con el resto de sus compañeros, los cuales no son ricos como él), junto con el fenómeno social de alienación, por el cual el yo servil de Paco Yunque no le deja dar rienda suelta a sus impulsos interiores de libertad, justicia y dignidad humanas como la ha resaltado Roland Forgues. Retomemos las ideas expuestas en las citas que hicimos de El arte y la revolución donde Vallejo postulaba la urgencia de un arte realista. A diferenta de los rasgos que acabamos de presentar, el designio realista no calzaba fácilmente con la llamada literatura infantil; de ahí que Paco Yunque, con el protagonista llorando, sin que las maldades (falsedad, prepotencia, crueldad, egoísmo, agresividad, pereza, etc.) de Humberto Grieve no sólo no reciban castigo, sino se vean irónicamente, premiadas, al extremo de que el Director del colegio (principal responsable de la formación del plantel: canalizador mayor de la superestructura cultural) lo erige en modelo para sus compañeros. Lo terrible es que los condiscípulos de Humberto Grieve conocen sus defectos y maldades; pero el peso de las palabras del Director los conduce a admirarlo, como enseñándoles que para triunfar en la vida hay que ser como el poderoso Humberto Grieve, y no como los virtuosos Paco Fariña y Paco Yunque, carentes de eficacia en los mecanismos sociales del poder. Vallejo sabía que un final así no dejaría felices, ni satisfechos, a sus receptores-lectores-niños que, llenos en la infancia de valores morales de alto vuelo, sentirían como algo anti-natural el triunfo de Humberto Grieve y la complicidad del profesor del aula y el Director del plantel, cuanto más que éstos dicen practicar la justicia y la igualdad. Precisamente, desde una óptica marxista, el poderío de la clase dominante no se sustenta en principios morales ni en leyes naturales; sino en una estructura social que permite su dominio, escandalosamente injusto, contraviniendo lo que demandan los principios morales y el ejercicio de una naturaleza humana libre y auténtica (no alienada, no enajenada de lo que verdaderamente es). A nuestro juicio Vallejo quiere dejar en claro el carácter social e histórico (producto de intereses de clase concretos) de la desigualdad y la injusticia del sistema social reinante; y la manera anti-natural (contraria a la naturaleza humana y a los principios de la llamada moral natural) como engendra la alienación desde la niñez. De ahí solo resta un paso para optar y abrazar el cambio revolucionario como necesario para que el ser humano se des-aliene, y pueda desarrollar el potencial que la naturaleza le ha dado.
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