Calibre 38.
(Paulino Sabugal M.)
Camino por el barrio Este de Los Angeles; los veo entrar a sus bares piojosos, del brazo sus mujeres grasientas. Son los mexicanos que han hecho que nos paguen menos a los trabajadores norteamericanos. Son los que ensucian nuestras calles con basura. Alguien tendría que darles una lección para que vuelvan a su tierra. Mi nombre es James Denet; todos me llaman Jim. Nací en el condado de Santa mónica y soy de ascendencia irlandesa e inglesa. No pude estudiar porque mi padre fue a prisión por matar a un hombre que se entendía con mi madre. Desde los 16 he trabajado en la construcción de edificios, aquí, en California. Tengo ahora 32 años, estoy divorciado y vivo en un cuarto que me rentan por 15 dólares diarios. -Un wiskie doble. -¿Con hielo? -Con odio. -¿Perdone? -Nada. Hablaba para mí. -Este barrio es de mexicanos. Puede ser peligroso para usted. -Va a ser peligroso para ellos. Mire lo que tengo bajo el cinturón. -Es contra la ley portar armas. -¿Y usted? ¿Donde nació? -En San Francisco... -¿Pero cuál es su raza? -¿Raza? Es es para los perros. -¿Italiano?... ¿Turco? -Norteamericano. -Otro trago... doble. Ahora he salido yotra vez los veo: besando a sus mujeres; metiéndoles las manos bajo los vestidos. No tengo sueño; no tengo dinero. Sólo tengo mi Colt calibre 38. Me gustan las armas; ésta me costó cara, pero valió la pena pagar los 350 dólares. Me siento seguro; no tengo miedo. Son las tres de la mañana y ya no sé muy bien donde ando en ésta ciudad que nos quitaron a los blancos que nacimos en ella. Estoy en una calle cerrada; debo volver mis pasos. Está demasíado oscuro. De pronto los veo, son dos hombres de mi estatura; ocupan toda la ascera y... y son malditos mexicanos. Me abro la chamara y siento el metal de la pistola; están a menos de quince pies de distancia. Nos detenemos y nadie se mueve. -Hola, "amigos"... "buenas noches"...¿Saben hacia donde es Park Avenue? Después de todo, esta gente no es mala; trabajan como burros. Debí haberles pagado un trago. Además su comida es mas sabrosa de que la nuestra... y sus mujeres también deben ser mas ardientes que las blancas. El sábado próximo intentaré hacer amistad con alguna, acaso le pague para que se acueste conmigo. Voy a vender esta maldita pistola que no me sirve para nada.
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